Por fin conseguí pillar en un despiste a mi compañera y a unos amiguetes y engañarles para que me acompañaran a la exposición de “NASA: la aventura del espacio“, aunque tal vez debería llamarse “Nasa: la aventura de llegar hasta el pabellón XII de la Casa de Campo”, porque los carteles no aclaraban mucho la ubicación (también es verdad que cometimos la ryogada de ir en dirección contraria según salimos del metro por lo que andamos un montón para que al final resultase que estaba al lado de la salida de Lago).
Aviso: Por supuesto no me llevé cámara de fotos así que las imágenes que haya en el post, si es que el webmaster tiene a bien meter alguna, seguro que están robadas de algún otro blog más serio como amazings (donde tienen un artículo mucho más completo a la par que aburrido que este que ponemos aquí ;D ).
Total que allá que fuimos a pagar los 14 leurillos que cuesta la entrada y, primera sorpresa, si presentas el carnet de estudiante te hacen un descuento. Seguro que si presentas el carnet de astronauta entras por el morro… Segunda sorpresa, la entrada incluye audio-guía gratis que consiste nada menos que en unos flamantes ipods protegidos por una carcasa que impedía tanto su robo como su manipulación (lo cual no impidió que trasteásemos un poco y consiguiéramos cambiar el idioma e incluso, en caso de conocer el password, conectarse a interné. Si lo que no haga un informático…)
La exposición se dividía en varias salas temáticas con mayor o menor cantidad de objetos con cierto desorden para dificultar un poco el manejo de la audio-guía. Al final se echaba de menos que pusieran alguna descripción textual de qué es lo que estabas viendo ya que los carteles se limitaban a indicar el número que tenías que pulsar en la guía para que te contasen lo que es.
Lo primero que nos encontramos es una sala donde se nos habla de gente como H.G. Wells o Julio Verne y sus ideas de lo que sería en el futuro el viaje espacial. Después pasamos a una sala donde se veía una evolución de los utensilios y trajes espaciales y donde nos contaban qué es y cómo comenzó la carrera espacial dentro del contexto de la Guerra Fría (réplica de sputnik incluida), y donde aprendemos que NACA no es un error tipográfico, sino que es la organización precursora de la NASA. Y así varias salas más donde podemos apreciar multitud de réplicas y alguna que otra pieza original de vehículos, cohetes, laboratorios, cabinas y salas de control que se han utilizado a lo largo de los años, desde el proyecto Geminis hasta las últimas misiones Apollo, sin olvidar las lanzaderas tipo Challenger. Se echaba en falta algo de acerca de la MIR, aunque ciertamente la exposición se llama NASA. Especialmente espectaculares son los enormes motores, las minúsculas cabinas (en las que según palabras de los propios pilotos, cuando subías “en lugar de que estás dentro parece que la llevabas puesta”) y la taza del váter donde los astronautas hacen popó (ni idea de cómo hacen pipí con ese agujero tan pequeñín).
La audio-guía nos ofrece muchísima información sobre todo lo que aparece, así que aunque la exposición no es excesivamente grande, una visita calmada puede durar un par de horas perfectamente. Por supuesto al final hay una tienda donde puedes comprar figuritas de recuerdo (a precio de oro), chalecos de las fuerzas aereas de USA (a precio de platino) y hasta trajes espaciales firmados por astronautas de verdad (a precio de coltán). También, había un par de atracciones consistentes en un simulador de aterrizaje (creo) y en una centrifugadora de esas en las que te montas y se te pone cara de Richard Nixon. Ambas cosas estaban en poder de decenas de infantes a los que probablemente el resto de la exposición hubiese parecido un tostón por lo que no pude ni acercarme. Además la entrada de la centrifugadora se cobraba a precio de tinta de impresora.
La reflexión que me hago después de ver la exposición, que sinceramente merece la pena, es que es sorprendente cómo el ser humano pasa de imaginar los cañones y cápsulas con las que lanzarnos de la Tierra a la Luna a construir los espectaculares cohetes de combustible sólido y líquido con los que los ingenieros de unas décadas antes no podían ni soñar. Que es increíble cómo la sociedad, especialmente unos pocos, daban más importancia al desenlace de la Carrera Espacial por motivos políticos (y bélicos, y hasta de márketing -si es que el marketing se puede considerar fuera de la política-) que al hecho de estar explorando el universo más allá de nuestro planeta. Y que es asombroso cómo había gente dispuesta a meterse en las latas de sardinas hechas de madera y papel albal que eran las primeras cápsulas espaciales, motivados por la fama, la ciencia y en definitiva, el deseo de explorar lo inexplorado. Cómo hay personas que se montan en cohetes cuyo medio de propulsión consiste en explotar y dirigir la fuerza de la explosión hacia abajo mientras ellos suben hacia arriba. Hasta más allá de nuestra atmósfera. Hasta la Luna, hasta otro planetas y, puede que algún día, hasta las estrellas.
publicado el 12 febrero a las 18:19
EL RIO TINTO SE Refleja EN MI UNIVERSO
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