Comenzó la tan deseada nueva temporada para todos los aficionados al fútbol. Tan deseada antes del partido porque después de lo visto en el terreno de juego podríamos haber deseado que continuara la huelga una semana más para evitar contemplar el paupérrimo espectáculo ofrecido por el Nàstic en este debut liguero.
Estábamos a la espera de ver al nuevo proyecto andar. Nuestras espectativas eran contradictorias. No sabíamos como podía comenzar la competición el equipo grana una vez se había apostado por la austeridad y la continuidad de la temporada pasada. Una continuidad que quedó reflejada en dos aspectos. El primero en el once inicial en el que solamente variaron dos jugadores respecto a la anterior campaña. Peragón arriba y el canterano Sergio Juste en el centro de la defensa fueron las dos únicas caras nuevas. El segundo aspecto fue lo que más dolió. El mismo juego, no, peor, que el que casi nos lleva a la segunda división B.
El cero a tres final ya deja ver por donde fue el partido. Dominio total y absoluto de un Valladolid que sin esforzarse en demasía lo controló en todo momento y solamente esperó sus oportunidades para llevarse el partido sin ningún tipo de contratiempo. Fueron tres pero alguno más pudo haber entrado. No quiero ni pensar que hubiera pasado si se hubieran esforzado un poco más los pucelanos. En diez minutos, antes del descanso, sentenciaron el partido. Primero Bueno, luego Jorge Alonso en una jugada de tiralíneas donde perdí el número de paredes que hicieron los delanteros blanquivioletas ante la impotencia de la defensa grana y de nuevo Bueno puso el tercero en el marcador dejando el partido sentenciado. Los cambios del Nàstic en la segunda parte, debutaron Galindo y Luna, intentaron mejorar al equipo pero no lo hicieron en demasía. El Valladolid se dedicó a tocar el balón tranquilamente esperando alguna oportunidad de marcar, que las tuvo, y a esperar el pitido final.
El Nàstic durante todo el partido impotente ante el buen hacer de los de Djukic. Un plantemiento igual que el de siempre, cobarde. No se puede salir en tu campo renegando al ataque, con miedo al contrario e intentando impedir que te metan un gol. Seguimos teniendo mucho miedo a irnos a por un partido. No nos atrevemos. Parece que juguemos siempre en campo rival. Todo ésto mientras nuestra puerta está a cero perfecto pero cuando el rival nos marca somos incapaces de tirar para adelante porque no sabemos. Nuestro equipo tiene un aire defensivo y derrotista que como no lo cambiemos mal vamos. No presionamos, no creamos jugadas, no movemos el balón, el patadón arriba sigue siendo nuestra bandera. El mediocentro no existe. Pasamos de la defensa al ataque sin contar con él. Y lo peor de todo es la actitud. En un patio de colegio se pelean más los balones y se lucha más que lo que ha hecho el equipo hoy.
No sé para que se realizan las pretemporadas si luego nos encontramos en el primer partido de temporada un fiel calco del juego que tantas desgracias nos dio en tiempos muy cercanos. No se apuesta por una táctica valiente y ya se sabe que el que es cobarde al final lo acaba pagando.
Podemos decir que es la primera jornada y que queda todo un mundo y que ésto no ha hecho más que empezar. Pues o cambiamos de actitud y mentalidad o como siga por este camino en Navidad nos podemos estar despidiendo de esta categoría.
De todas maneras y a pesar del cabreo que tengo encima volveré a agarrarme a la esperanza de que todo pueda cambiar a mejor ya que a peor es casi imposible.