Al nadar mueves todos los músculos del cuerpo, y es muy bueno para la espalda además de tonificar brazos y piernas. Parece que es un deporte más típico del verano por eso de poder practicarlo en la piscina o en el mar, pero nada más lejos de la realidad, las piscinas climatizadas también abren en invierno, así que no hay excusas para no nadar de vez en cuando.
La natación te va a ayudar también a aumentar tu resistencia, la capacidad pulmonar -el tórax se expande permitiendo a los pulmones disponer de más espacio- y es muy compatible con el running. Con ella vas a mejorar la salud física cardiovascular y muculoesquelética. En definitiva, vas a ser mejor corredor aunque no entrenes la carrera muy a menudo y esto lo digo por experiencia, porque aguanto corriendo entrenando MUY poco (lo de la velocidad es ya otra cosa...).
Otro de sus beneficios es que gracias a la flotabilidad y la ausencia de impactos vas a recuperarte mejor y prevenir lesiones, o en caso de que la lesión ya se haya producido por la carrera, el agua va a ayudarte a recuperarte sin tener que dejar de entrenar. Por ejemplo, tuve hace unos meses una trocanteriritis en la cadera a causa de correr, lógicamente tuve que abandonar el running por completo, de hecho estuve algunos días con molestias al andar y la natación hizo que en ningún momento perdiera la forma durante los meses que estuve sin poder correr. Además, la inmersión descarga las articulaciones y favorece el retorno venoso, acelerando la recuperación tras los esfuerzos más intensos.
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