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Natascha Kampusch - 3096 días

Publicado el 06 septiembre 2011 por Polonius

Natascha Kampusch - 3096 días

El relato autobiográfico de la infancia robada de la joven austríaca Natascha Kampusch, titulado “3.096 días”, ha despertado una gran expectación al contener detalles sobre el horror de sus ocho años de secuestro en un sótano de cinco metros cuadrados. Los 3.096 días del título son los ocho años de su secuestro -del 2 de marzo de 1998 al 23 de agosto de 2006-, en los que pasó de los 10 a los 18 años encerrada bajo tierra a merced de Wolfgang Priklopil, que se suicidó el mismo día que la chica logró escaparse. La primera edición del libro, escrito por la joven junto con dos periodistas y por el que se especula que puede haber cobrado 1,2 millones de euros, tiene una tirada, según la prensa austríaca, de 50.000 ejemplares. Las primeras páginas relatan la infancia triste de Kampusch, los maltratos de su madre, que la abofeteaba sin ningún motivo y le decía: “Algo habrás hecho”, y la mala relación entre sus padres, que acabaron separándose.

En el pasaje sobre el día de su secuestro, después de ser raptada cuando iba al colegio por Priklopil -a quien nombra en el libro sólo como “el secuestrador”-, reconoce que sintió miedo a morir y a ser enterrada en un bosque cercano. Aún hoy reconoce que no sabe si el secuestro lo planeó Priklopil por sí mismo o lo hizo por encargo, porque le habló de otras personas que no aparecieron y su intención de entregarla a ellos, algo que jamás se produjo. La primera noche en el sótano la niña exigió a su secuestrador que le leyera un cuento para dormirse, algo a lo que accedió. Leyó “‘La princesa y el guisante’, y al final me dio un beso en la frente”, cuenta. Tras unos primeros días de incertidumbre y angustia por su situación y la falta de espacio, Kampusch relata como su secuestrador acaba comiendo junto a ella e incluso juegan al parchís en el tiempo que pasan juntos. El retrato de su raptor es el de una personalidad dual que pasa de la cordialidad a la ira en un segundo y comienza a maltratarla por cualquier nimiedad, un obsesionado del orden con tendencias sadomasoquistas que pretende que le llame “Señor” y se arrodille cuando le trae la comida. Ella siempre se niega a seguirle el juego. Priklopil le aseguró que nunca la liberaría. “Has visto mi rostro y ya me conoces demasiado bien. No puedo dejarte libre, jamás podré llevarte de vuelta con tus padres”.

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