Revista Música

National Health: Idem

Publicado el 29 marzo 2011 por Bitacorock

National Health: Idem


NATIONAL HEALTH
Idem
Edición original en vinilo: octubre 1977

National Health: Idem
Si hay un trazo único y peculiar que ha ofrecido siempre el rock progresivo es ese que atañe la evolución constante de su música. Algo así como una sensación similar a la que experimentamos al recorrer lentamente -y sin marearnos- un camino de montaña cuyo paisaje cambia con la vuelta de cada curva. No es un sonido para entretener ni pasar el rato, mucho menos para acompañar horas en las que desarrollamos otra actividad, sino uno que se enriquece con repetidas audiciones y que nos exige sentarnos exclusivamente a escucharlo porque requiere de nuestro tiempo... y no al revés.

Progresivos por antonomasia, los álbumes de National Health tuvieron esa particularidad. Raramente encontraremos melodías identificatorias en cada uno de sus temas, porque al ser una banda cuasi-instrumental su música compleja con frecuencia es emergente de la más creativa improvisación, con un amplio espectro de compases diferentes que se suceden minuto a minuto.

Si el potencial escucha de un disco de National Health no tiene estas premisas en mente, entonces un rock más potable onda Asia será la sugerencia obvia. No obstante para aquellos que buscan en el rock un verdadero desafío auditivo y una experiencia alucinante, la oferta National Health es por demás de atractiva.

Ya desde este, su primer álbum, estos músicos fuertemente vinculados al escenario canterburiano -todos provenían de su troupe- se hacen presentes con un muestrario típicamente de avant-garde: cinco cortes, algunos sutilmente eslabonados entre sí, que además de profusa instrumentación discurriendo entre guitarras, base rítmica y teclados, todos de ejecución impecable, aporta flautas y una voz soprano sumamente inusual en el rock.

Y cuando aludimos a ejecución impecable, es así, sin vueltas. Muy posiblemente a causa de su popularidad opacada detrás de los popes progresivos mucho más taquilleros, ningún instrumentista canterburiano se adueñó jamás de las marquesinas del Melody Maker, que listaba su Top-Ten año a año. Pero hay que reconocer que pocas baterías han sonado tan excepcionalmente bien con tan magro equipamiento (no más de cinco cuerpos) como las de Robert Wyatt o Pip Pyle; pocas guitarras han arrancado solos tan angulares y herméticos como las de Phil Miller, Steve Hillage o Daevid Allen... y claro, pocos notables como Mike Ratledge y Dave Stewart han hecho del órgano fuzz el sonido marca registrada del rock de Canterbury.

Mas no haríamos justicia alguna sin mencionar el clima particular que en este disco confieren el moog y piano eléctrico -muchas veces distorsionado- de Alan Gowen, el bajo de Neil Murray -su intro en "Borogoves (Excerpt from part two") es memorable- las flautas de Jimmy Hastings, la voz coral de Amanda Parsons y los numerosos accesorios percusivos (de glockenspiel y pixiephone a temple blocks y congas) de los que se valen Pyle y el sesionista invitado John Mitchell.

En fin, cinco temas tan sofisticados como elegantes, cinco universos diferentes con el único común denominador que traza su música de avanzada... y 50 minutos de los climas más sugestivos y fascinantes dignos de disfrutar en la mejor reposera.

Hace ya tres décadas que "National Health" me atrajo como un imán desde la primera audición. Debe tener algo como para seguir haciéndolo después de todos estos años... y con el mismo magnetismo.


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