La mayoría de psicólogos aceptan que en el desarrollo de un niño de esta edad influyen en parte las capacidades con las que ha nacido y en parte el modo cómo ha sido educado en casa. Naturalmente, es difícil conocer la importancia relativa de cada uno de estos factores. Las opiniones de los padres afectan a su modo de interactuar y estimular a sus hijos.
Unos padres que crean que el talento innato es más importante que las habilidades adquiridas a la hora de decidir el desarrollo del niño quizá prefieran adoptar una actitud más pasiva, convencidos de que su hijo desarrollará su potencial sin que tenga que intervenir demasiado. Por el contrario, unos padres que consideren que el entorno puede determinar el desarrollo, es más probable que adopten un enfoque más dinámico y organicen actividades más estructuradas.
El debate
A continuación se exponen algunos argumentos a favor de la “naturaleza” (es decir, la concepción de que el desarrollo en edad preescolar viene determinado principalmente por las características hereditarias):
· No cabe duda de que los niños heredan algunos rasgos físicos de sus padres, por ejemplo, el color de los ojos y el cabello. Esto demuestra que algunas características son heredadas y es lógico suponer que otras tendencias también se transmiten genéticamente.
· La investigación científica de las estructuras genéticas ha comprobado que muchos aspectos del desarrollo ya están definidos desde la concepción.
· Los estudios demuestran que los padres con el talento para la música tienen hijos con una capacidad de aprender a tocar un instrumento musical superior a la media. Esta inclinación por la música se demuestra sin que nadie la insinúe y no se deriva de una estimulación intensa por parte del os padres.
· Existen ejemplos ocasionales de niños prodigio; dicho de otro modo, niños extraordinariamente dotados, cuyo talento se demuestra aunque sus padres no presenten las mismas habilidades excepcionales. Esto se considera una prueba adicional de que tales características son innatas.
Estos son algunos de los argumentos en favor de la “crianza” (la concepción de que el desarrollo en edad preescolar está regido principalmente por el grado de estimulación que recibe el niño en el hogar):
· Los padres con educación superior suelen valorar mucho la estimulación temprana y por lo tanto organizan todo un programa completo de actividades para sus hijos. Como resultado de esta aportación, los niños tienden a desarrollarse más deprisa, y ésta es una de las razones de que los padres y sus hijos tiendan a conseguir un grado de éxito similar.
· Las investigaciones demuestran que la conducta de los padres influye mucho en el desarrollo de sus hijos. Por ejemplo, numerosos estudios han demostrado que los padres tienen a aceptar el comportamiento agresivo de los niños pero reprimen dicha conducta en las niñas. Esta puede ser la razón de que los niños suelan ser más agresivos que las niñas.
· El sentido común y la experiencia cotidiana indican que los que usted hace afecta a su hijo. Piense en una canción que su pequeño haya aprendido. No podrían haberlo logrado solo, necesitaba que usted le enseñara la melodía y la letra. Seguro que se le ocurren otros ejemplos de aprendizaje parecidos.
· Numerosos estudios han constatado un desarrollo más satisfactorio en niños en edad preescolar sometidos a un programa de actividades de estimulación planificado. Si todo se debiera exclusivamente a la naturaleza y no tuviera nada que ver con la crianza, este tipo de intervención sería totalmente ineficaz.
Un poco de ambos
Ambos bandos de este debate pueden presentar argumentos convincentes, pero es poco probable que un punto de vista radical sea correcto. Para la mayoría de nosotros está claro que el modo como se desarrolla un niño es una mezcla de sus capacidades innatas, que ya estaban presentes desde el nacimiento, con la educación. O que cuenta es la delicada interacción entre ambas influencias.
Las lecciones prácticas para los padres que surgen de este debate son:
No lo deje todo al azar con la esperanza de que el talento natural de su hijo se manifieste en todo su esplendor sin que usted intervenga; y no abrigue esperanzas demasiado elevadas, creyendo que su hijo puede conseguirlo todo siempre que reciba el tipo de estimulación adecuado.
La intervención de los adultos es más eficaz cuando se dosifica cuidadosamente y se adapta estrechamente al patrón de desarrollo del niño como individuo.
Consejos:
1- Participe de todos modos. Ya ha descubierto que jugar con su hijo tiene un efecto muy positivo. La relación emocional del pequeño le indica a usted que prefiere contar con su atención que sentirse excluido.
2- No espere progresos espectaculares. Es muy improbable que su hijo mejore ostensiblemente de la noche a la mañana en ninguna área del desarrollo. Los progresos suelen ser lentos y constantes, por lo que es preferible observar los pequeños avances.
3- Identifique los intereses de su hijo. Descubra qué actividades, juegos y juguetes suelen cautivar su atención y úselos como punto de partida para nuevas actividades de estimulación. Deberá ir introduciéndolas periódicamente con el fin de ampliar los interesa del niño.
4- Insista aunque los progresos sean lentos. El hecho de que su hijo progrese lentamente en un área no significa que siempre vaya a ser lento en su aprendizaje. Tiene todo el potencial de aprender y depende de usted seguir animándole hasta que pase a la etapa siguiente.
5- Acepte su individualidad. Su hijo no es igual que su hermano o hermana, o que los hijos de sus amigos: es un individuo único que se desarrollará a su propio ritmo durante los primeros años de vida.