La Navaja de Ockham fue una navaja que forjó un tal Guillermo de Ockham, que fue un monje inglés que se ganaba un dinerillo como espadero. Creó espadas, dagas y navajas.
Se hizo famoso un día que a su herrería fue Platón a afeitarse. Le dijo que se fuera a una barbería. Él le dijo que se diera prisa, que tenía que ir a una cena con otros filósofos y en esas cenas escasean los cubiertos.
El caso es que pagaba bien y lo afeitó. Pero en vez de la barba le afeitó la cabeza y no se fue nada contento. Aquello fue un golpe mortal para su recién inaugurada peluquería y cerró al poco tiempo.
Resulta que tenía contactos aquél y Guillermo acabó excomulgado por el Papa.
Tampoco es que le preocupara mucho, ya que su trabajo consistía en escribir, comer y mirar al infinito, y eso ya lo podía hacer en su propia casa.
Vivió tranquilo hasta que una noche Leibniz, Immanuel Kant y Carl Menger entraron en su casa y le robaron la navaja.
La navaja desde entonces fue de aquí para allá, vendida, robada, etc hasta que acabó en un mercadillo de Albacete o todo lo anterior es mentira.
La explicación más sencilla suele ser la más probable.