El centro de Vigo en Navidad. Foto tomada de La Región.
(Al hilo de los días). Quizás alguien se acuerde aún de las famosas “serpientes de verano”, esas semifalsas grandes noticias, sinuosas y arteras como pieles de ofidio, que servían a los medios para llenar papel y tiempo cuando la baja intensidad política y el decaimiento general de la actualidad hacían necesario inflar hasta los límites de lo insoportable cualquier asunto banal o incluso memo que a ello se prestara. O sea. Al saltarme hoy en el móvil este titular, aún en el sopor meridiano de la hora Siesta, como un reflejo he mirado el calendario, por si las vacaciones fueran las de diciembre y el día el de los Inocentes. Pero una vez recobrada la conciencia temporal, ha sido el recuerdo de ese viejo truco periodístico el que me ha venido a las mientes. Aunque bien pensado la extraordinaria “noticia” de la fecha precisa en que se encenderán las luces navideñas en la ciudadela de don Abel Caballero es realmente apasionante. Y, sin duda, luminosa. Me parece que, como ocurre con la lotería que ahora se anuncia en tanto chiringuito playero, todo viene a suceder en un tiempo sin distancias, y en un espacio circular que no deja de dar vueltas sobre sí mismo, un poco al estilo de los trenes de la bruja que aún se ven en algunas ferias y corros verbeneros, y donde a poco que te descuides aún te sueltan un escobazo que de repente te vuelve un poco mayor. Este papirotazo de La Región tiene la virtud de ponernos al borde de la nieve invernal en plena canícula. Una prueba más de que debemos de estar encaminándonos hacia el gran Aguacero, el punto Cero de todos los diluvios, maniluvios y plenilunios. Qué sé yo.