Revista Tendencias
Ah, la Navidad. Esa época en la que reina el amor, todo el mundo es feliz y las familias se juntan de nuevo. Esa época en la que pasar un rato con tus seres queridos es lo más valioso del mundo, esa época en la que parecemos olvidarnos un poco de los problemas que nos persiguen y nos centramos en reír y soñar un poco más.
Pero también es la época en la que se echa más de menos a esas personas que ya no están. Esas personas que siempre han estado ahí, pero que por ciertas circunstancias, han debido irse. Algunos antes que otros pero, aún así, se extrañan igual. Es época de recordar, de sonreír por todo lo vivido con ellos y de darse cuenta de la suerte que ha sido tener a alguien como esas personas a nuestro lado.
Debo confesar que no soy una gran fan de la Navidad. Me gusta, pero creo que el espíritu navideño no debería estar presente únicamente en estos días tan señalados por todos. ¿Por qué no dejamos perdurar la felicidad, la amabilidad y la solidaridad el resto del año? ¿A caso no iría mejor el mundo de esta manera?
Parece que los sueños solo existan por Navidad, que sea en estos días cuando todo se vuelva posible. Y no, no es así. Los sueños deberían existir todo el año. Los sueños deberían ser uno de nuestros pilares, eso que nos mantiene vivos y nos ayuda a llegar más alto. A veces parecemos olvidarnos de esas aspiraciones, esos deseos que están escondidos en el fondo de nuestro ser.
Como leí una vez, la Navidad no es una época del año, sino un estado en nuestra mente. Nosotros somos Navidad, solo nos lo tenemos que proponer. Así que desde aquí os invito a llenar de Navidad todos y cada uno de los días del año. Hagamos que 2017, y todos los años que vendrán, sean mucho más mágicos que los anteriores.
Feliz Navidad, hoy y siempre.