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Sería tremendamente difícil pensar en la Navidad sin asociarla a la publicidad. Slogans tiernos y temas melancólicos han acompañado a estas fechas durante años y años, convirtiendo a algunas marcas y sus respectivos spots en parte indispensable de dichas fiestas. Posiblemente por ello las organizaciones hoy son concientes de la importancia de esta etapa, incluso más allá de la faceta comercial. Porque los aspectos emocionales y los valores corporativos están ya muy presentes en la gestión y toma de decisiones empresariales. Así, con la publicidad se pretende llegar a los hogares evitando la indiferencia del receptor. La creatividad se despliega en todos sus cauces con la intención de generar expectación y espectáculo de Navidad, que no vanidad. Productos, protagonistas, localizaciones y/o canciones, entre otros elementos publicitarios, persiguen una diferenciación original y significativa a través de los distintos soportes mediáticos y ante una audiencia que espera algo más.Por su parte, las ciudades se convierten también en grandes escaparates abiertos que tratan de despertar los sentimientos más navideños, con el propósito añadido de atraer turistas y aumentar las ventas de los comercios autóctonos. Mediante la iluminación y decoración de las calles y una agasajada oferta de actividades socioculturales típicas de temporada, los municipios intentar aportar calidez y despertar la afectividad tanto de ciudadanos como de visitantes. Acciones, con independencia del tamaño de la localidad, que persiguen la sintonía con todos los públicos con un doble fin corpóreo-comercial y la marca ciudadsiempre latente.
Sí, la Navidad parece que ya está aquí. Momentos indispensables de promoción comercial, ambientación urbana y ocio sociocultural, en los que debería primar siempre la buena comunicación y los valores de trasfondo asociados a cada uno de los diversos propósitos. Bon Nadal.
Periódico ESCAPARATE. Suplemento de economía (Diciembre 2013 - Enero 2014)