Reproducimos, por su gran interés y dureza de análisis, un artículo publicado por La 3ª República, órgano portavoz del Partido Nacional Republicano (PNR), sobre los acontecimientos que están marcando las actuales fiestas navideñas en esta España sin ciudadanos, tan maltratada por sus gobernantes. Es un artículo descarnado y sin piedad, que jamás podría leerse en uno de los numerosos grandes medios de comunicación españoles, casi en su totalidad sometidos al poder y cómplices en la gran marginación de la verdad y la manipulación de la ciudadanía. Leerlo equivale a darse una ducha de pesimismo.
---
En la vida se producen casualidades. Pero cuando éstas se suceden y muestran, además, pautas similares en su reiteración, hay que concluir que no topamos con la casualidad, sino con la causalidad. Por ejemplo, la que ha conducido, a comienzos de diciembre, a un nuevo golpe del régimen.
Una vez más, la instigación ha irradiado suavemente desde la Zarzuela, con la forma de un pronunciamiento de los principales banqueros y grandes empresarios, convocados por un hombre del rey, Eduardo Serra, a favor de un giro enérgico de la situación. El brazo ejecutor ha sido el gobierno del PSOE, mediante un acreditado genio de la mentira, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Primer paso de la técnica golpista: la creación deliberada del caos. Para ello se ha recurrido el 3 de diciembre a un real decreto revocatorio de derechos fundamentales y condiciones de trabajo de los controladores aéreos, a sabiendas de que ello provocaría el plante de parte de los mismos, y propiciaría que AENA cerrase el espacio aéreo, dejando tirados en aeropuertos a centenares de miles de viajeros.
Segundo paso: la restauración del orden. El gobierno ha conminado en ese mismo día a los controladores a que antes de las 21.30 horas se reintegrasen en sus puestos de trabajo, so pena de militarizar el servicio; al no obtener respuesta, los mandos militares han iniciado la ocupación de las torres de control aéreo sin contar con respaldo legal alguno. Éste sería provisto al día siguiente mediante otro real decreto por el que se declaraba el estado de alarma y los controladores de AENA pasaban a la consideración de personal militar.
Se trata de una torticera y chapucera aplicación de la legalidad en materia de situaciones excepcionales. En primer lugar, se declara un estado de alarma sin que concurran las circunstancias que para tal declaración determina el artículo 4. de la Ley Orgánica 4/1981; en segundo lugar, el ejercicio de la jurisdicción militar se contrae a los supuestos de estado de sitio –no de alarma– y, en tercer lugar, se limita al ámbito estrictamente castrense, no siendo aplicable a personal civil.
El golpe ha contado con un considerable apoyo social. Tras casi cuarenta años de despolitización franquista y más de treinta de desnacionalización juancarlista, un amplio sector de la población española aparece reuniendo condiciones propias de populacho. Presentado como encarnación del “interés general”, constituye un amasijo de individuos dispuestos a tragárselo todo, ruidosos, venales, semianalfabetos, envidiosos e irresponsables que gustan de fundirse los cuatro euros que les quedan en aparentar que son alguien.
Básicamente cobardes: corren como pollos sin cabeza bajo el impacto del terror o del caos desatados por el propio régimen, y se ceban con las cabezas de turco que aquél designa en cada ocasión, con la ayuda de casi todos los medios de comunicación. En el 23-F los cabezas de turco fueron Tejero y sus guardias civiles; en el 11-M, unos moros de barrio adoctrinados a través de internet y ahora unos trabajadores “pijos y privilegiados”, los controladores aéreos.
La fuerza de apoyo político ha congregado a todo el arco parlamentario, con la excepción de IU y UPyD. Destacan por su apoyo los partidos separatistas, que probablemente han acogido las medidas de excepción como modelo aplicable en el futuro a sus “naciones”. También los grandes aparatos sindicales se han sumado a la tramoya.
En cuanto a las finalidades de la operación, no se reducen a las inmediatamente electorales –evitar elecciones anticipadas gracias al estado de alarma–, ni tampoco a facilitar la privatización de AENA. Parece más bien un golpe preventivo de alcance global.
¿Y qué se trata de prevenir? Ante todo, cualquier reacción de la población trabajadora española frente a las consecuencias del ineluctable derrumbamiento económico de España. En el pasado mes de mayo Zapatero debió asumir, de acuerdo con las órdenes de los poderes extranjeros, el programa neoliberal. Pero sus primeros pasos, si bien han complacido a los prestamistas financieros de la UE y otros sitios, les han parecido insuficientes y lentos.
Además, el estado alemán, líder del imperialismo europeo, ha empezado a imponer sus tesis. Como no hay dinero para realizar en España líneas de rescate como las aplicadas en Grecia e Irlanda, tarde o temprano habrá que ir a las quiebras ordenadas. Y afrontar las contraprestaciones que implican las quitas y esperas en la renegociación de las deudas: entrada a saco del capital centro-europeo y norteamericano en el accionariado de bancos, antiguas cajas, sectores privatizados o “liberalizados”; reducción de salarios públicos y privados hasta un 20%; crecimiento del paro hasta un 30%, etc.
Las víctimas del golpe no son sólo los controladores. Es la totalidad de la población trabajadora española. Únicamente la hegemonía social de los valores característicos del populacho puede explicar que se considere intranscendente el que un grupo de españoles haya dejado de ostentar los derechos fundamentales de cualquier ciudadano, para pasar al nivel legal que corresponde a los miembros de la Legión. El aspecto primordial del golpe es que el estamento militar ha salido de la oscura condición a la que le ha reducido el régimen –la de instrumento al servicio de las guerras del imperialismo yanqui-sionista–, para saltar de modo súbito al escenario civil, con la posibilidad de ser utilizado en lo que haya menester. Agárrense los machos todos los trabajadores, ante todo los de los servicios públicos, porque ya sabemos lo que puede pasar a cualquier movilización que desborde los canales oficiales del régimen (huelgas con servicios mínimos, paros, manifestaciones y demás formas de "lucha" pastoreadas por los sindicatos del juancarlismo).
Otro aspecto puesto de relieve es que el régimen sigue apostando por el caballo del PSOE, pero cambiando de jinete, no sólo de modo formal –reciente cambio de gobierno– sino de modo real, con una potenciación de la figura de Rubalcaba que implica la defenestración fáctica de Zapatero.
Este último no ha querido decirnos todavía si Rubalcaba va ser también el candidato del PSOE en las próximas generales, o solamente va a cubrir el intermedio necesario para que el PSOE desvele la existencia de algún tapado. Pero siquiera podemos descartar, si la quiebra de España se acelera en los próximos meses, la hipótesis de un gobierno de salvación nacional auspiciada por los empresarios del rey y de intensa predilección borbónica. Un gobierno en torno al eje del PSOE, con algún ministro del PP, pero presidido por un personaje “independiente”. Para que nos rescaten, por favor, y para salvar al euro.
Todo lo que vamos sabiendo confirma la hipótesis de un golpe con una escenificación y selección de chivos expiatorios previstas con antelación y ejecutada de forma minuciosa. Y que ha contado con el apoyo tanto de la Unión Europea como de Estados Unidos, dado el alcance que podría tener una desestabilización política de Expaña como consecuencia de su catástrofe económica. Una muestra de ello ha sido la presión sobre Marruecos para que pusiera sordina, por el momento, a sus marchas amenazadoras sobre Melilla.
Redacción de La 3ª República | Lunes, 27 de Diciembre de 2010
Pulsar para acceder al artículo original