Revista Opinión

Navidades sin luces y navidades con armas.

Publicado el 25 diciembre 2010 por Santiagomiro
Navidades sin luces y navidades con armas.
Al fin, un ayuntamiento español decide sustituir las luces navideñas por un contrato a parados.

Navidades sin luces y navidades con armas.
Noel también llega a Afgansitán.


El Ayuntamiento de Vilches, municipio andaluz de unos 5.000 habitantes, con siete concejales del PSOE, cuatro de IU y dos del PP, ha decidido este año cambiar las luces navideñas por villancicos y destinar el dinero de la iluminación a que cinco personas en paro del tengan una paga este mes. Una iniciativa singular no muy imitada por el resto de ayuntamientos españoles. En 2009, los gastos de la iluminación supusieron unos 9.000 euros, que este año se destinarán a cinco personas en paro que se contratarán cuando acabe la recogida de la aceituna y que saldrán de un sorteo público entre los parados que se encuentran en la bolsa de empleo municipal del Régimen General de la Seguridad Social, y que realizarán trabajos de mantenimiento.
Desde el Ayuntamiento han explicado que este año han decidido cambiar las luces por música y cantos, de forma que también quieren revalorizar su cultura y han convocado al pueblo para cantar los ancestrales “aguilandos” en el I Reencuentro de los aguilanderos. En lo que se refiere a la música, el tenor Julián López Rodríguez, nacido en el mismo pueblo y conocido popularmente en la localidad como “el niño perdido” porque cuando tenía 5 años se perdió una noche de tormenta y estuvo todo el pueblo buscándolo, ha sido el que ha lanzado la convocatoria para reunir a todo el pueblo el 5 de enero.
Muy lejos de ese lugar, en Afganistán, otras son las estampas de la Navidad. En la fotografía, un soldado alemán que posa de papá Noel sobre el carro de combate y maneja uno de sus "juguetes" preferidos.


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LOS COMENTARIOS (1)

Por  maria iglesias fernández
publicado el 11 enero a las 23:04
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La localidad de Vilches tardará en olvidar la mágica noche de Reyes. El templo parroquial de San Miguel Arcángel se llenó por completo, cerca de quinientas personas, para acoger el estreno de 'Venid a Belén, en espera de los Reyes Magos', pieza lírica músico teatral para tiempos de Navidad, inspirada en un libreto de José Manuel Adrán, que recoge melodías y villancicos de clásicos de la literatura española. Versos de Lope de Vega, Juan de la Encina, Jacinto Verdaguer, Eduardo Marquina y Santa Teresa de Jesús formaban parte de este 'Venid a Belén', adaptado a la escena vilcheña por el tenor de la tierra Julián López. Durante la hora y media de la representación por el escenario del altar mayor desfilaron los principales personajes del belén, transmitiendo el espíritu de solidaridad de la fiesta, todo envuelto en la picaresca de sucesos mágicos, en acciones sencillas de los personajes del pesebre. El piano de Manuel Valencia, compositor que ha llevado al pentagrama el canto del aguilando, y sobre todo la voz aguda del tenor vilcheño Julián López, protagonista esencial del acto, perfecto en vocalización, lirismo en la garganta, pletórico en dramatización, compusieron una atmósfera teatral llena de sugerencia a la que el público se entregó por entero. Instantes especiales Momentos destacados llegaron cuando Julián López Rodríguez, ataviado de pastor, interpretó 'Al Niño Chiquito', canción de Félix Cillerüela y que el tenor había cantado días antes en el auditorio del Centro Cultural Buenavista de Madrid. También, cuando el coro parroquial entonaba los 13 versos del estribillo 'Venid a Belén a ver al Mesías'. Pero el momento más emotivo vino cuando los campanilleros, unidos en generaciones lejanas, tanto que el menor cuenta 12 años y el mayor 90, hicieron su aparición para interpretar los célebres aguilandos. Tenor, pianista y músicos, acompañados por instrumentos tan peculiares como laúdes, bandurrias, almireces, cántaros, rejas de arado, guitarras y alpargatas esparteñas cantaron uno tras uno todos los aguilandos del pueblo, desde 'Nacer en la primavera' a 'Que el niño quería mamar', Al final, el público puesto en pie y sorprendido por la propuesta musical, beneficiaba a todos con aplausos que no acababan nunca. El tenor los rompía haciendo entrega a Simón García y Simón Coronado, dos campanilleros octogenarios, de partituras con pentagramas de la tierra. Luego, ya en la calle, el aguilando siguió prolongándose a la dulce maravilla de una amable noche con luna nueva.