Revista Cine
Directora: Kathryn Bigelow
De Bigelow sólo he visto "Zero Dark Thirty", polémica película que a mí me terminó gustando. Desearía haber visto más de ella a estas alturas, pero supongo que ésta, su segunda película y primera dirigida en solitario -su opera prima fue "The Loveless", cuyo codirector desapareció del mapa justo después, si es que alguna vez estuvo en el radar de alguien en primer lugar-, es una buena manera de comenzar a ponerme al día, pausada pero firmemente. "Strange days" también llama mucho mi atención, así que espero que aparezca pronto por acá. Mientras tanto, "Near dark" es una excelente manera de entretenerse con unos vampiros amantes del caos y que no reconocen ninguna autoridad: hacen lo que quieren y eso siempre es un buen indicio de que muchas cosas se vienen buenas, ¿no?
Estamos en el sur de Estados Unidos, qué mejor lugar para ver cowboys peleando por bellas mujeres o porque tocan alguna parte indebida de las camionetas que conducen. En uno de los tantos pequeños pueblos que se levantan entre medio de carreteras y desiertos, llega una pandilla de vampiros que arrasa con todo a su paso, dejando una estela de cenizas, sangre y vísceras. Caleb, nuestro cowboy protagonista, tiene un interesante encuentro con uno de los vampiros, y luego de ello, todo se vuelve una espiral de violencia y muchas locuras más.
"Near dark" va directo al grano: Caleb mira las estrellas acostado en su camioneta y luego conduce hasta el pueblo donde se junta con amigos, o al menos conocidos. Luego viene el encuentro con una mujer que claramente, ya que uno no es tonto y, sabiendo que la película trata de vampiros, es una vampira, pues además tiene toda la pinta: la envuelve cierta energía casi mística que sólo la promesa de la vida eterna puede otorgar. Una vez Caleb y Mae charlan, se miran a los ojos y comienzan a intercambiar sentimientos y otras cosas complicadas, el relato se pone en marcha y no hay cómo demonios pararlo: intensidad pura y dura, especialmente el tramo final, aquellos veinte-treinta minutos finales que son una auténtica aplanadora o, para utilizar términos más atinentes a la farándula-política chilena, retroexcavadora: no queda títere con cabeza.
Desde luego que toda la intensidad, muy bien lograda y construida y, mejor aún, sostenida en el tiempo, se logra gracias a los varios ingredientes que confluyen de manera ordenada y coherente, sin formar un popurrí de estilos vacuos como conjunto. Tenemos la clara referencia al western, con bandidos haciendo de las suyas, molestando a quien podría contestar de vuelta; la referencia al cine de terror, aunque debo decir que más que susto, en lo que "Near dark" se concentra mayormente es en su violencia más gore y salvaje para crear esa atmósfera de caos y todo está permitido: en pocas palabras, no terror de verdad pues la película se encamina en otra dirección que la de sólo asustar: sin duda, prefiere excitar, exaltar los ánimos, avivarlos, incendiarlos. También está el claro elemento de acción y el menos presente pero de igual importancia que es el romántico; no obstante, los dos primeros nombrados son los ejes centrales de la atmósfera por la que "Near dark" se mueve. O mejor dicho, la atmósfera por lo que estos vampiros se mueven... y qué vampiros, oh señor santo.
Exacto: vaya vampiros son estos: un auténtico vendaval de destrucción, violencia desaforada, locura descarnada, demencia sin límites, sangre por montones, una verdadera pandilla de salvajes, forajidos sin destino fijo pero que saben qué hacer en cada parada: el caos mismo. "Near dark" es un buen ejemplo de mitología vampírica bien utilizada, y no por seguir al pie de la letra ciertas reglas -que lo hace: si se exponen al sol se queman, las balas normales no hacen el más mínimo daño, todo lo contrario, dejan momentos inolvidables (regurgitar balas, ejem)-, sino porque muestra a los vampiros como seres repugnantes y apáticos con la vida humana, pues como ellos son inmortales -es un decir, claro-... para qué respetar seres inferiores. Lo cierto es que estos deleznables vampiros son encantadores y cada uno de ellos es un personaje digno de ser recordado: Mae, la chica anzuelo que tiene una belleza adolescente, una pueril sensualidad contrastada con lo macabro de su estilo de vida, y es que, ¿a quién no le gustan las chicas malas?; Severen, el chico lindo del grupo, el descontrolado, el sadista que disfruta de su impune crueldad, sin duda un papel para que un excelente Bill Paxton se luzca y nos deje con la boca cerrada o abierta dependiendo de la persona; Jesse, el líder de la pandilla, sujeto que resulta más intimidante que Severen por su parsimonia a la hora de llevar a cabo sus fechorías y planear las siguientes, la facilidad con la que dice "mátenlo", la cruel sonrisa que se la aparece cuando ve sangre derramada, un papel que también sirve para el lucimiento de su actor, un Lance Henriksen espectacular. La pandilla se completa con Diamondback, la chica de Jesse, de armas tomar así que cuidado con ella; y Homer, un vampiro de quién sabe cuántos años atrapado en cuerpo de niño, con voz de niño y, ciertamente y aunque suene feo, pene de niño -¿como disfrutar del innegable sex-appeal vampírico? Esa sí que es una maldición de mierda-.
Como ven, un célebre grupo de vampiros que se encumbran entre mis favoritos personales, especialmente los tres en que me detuve más.
Y qué mejor que tener una estética salvaje, sucia y polvorienta para un relato que va directo al grano con un memorable grupo de vampiros de mala muerte, de aquellos que no dudan en chupar sangre a destajo, así como un cowboy no duda en tragarse una vaca, especialmente si está bañada en salsa barbaque. Pero "Near dark" no es una alegoría de la violencia contra los animales, es sólo mi vena vegetariana, que igual puede servir dependiendo del contexto en que estés. Pero en realidad estos vampiros son eso: salvajes de tomo y lomo que se comportan como los seres inmortales que son: sin miedo y sin asco y sin barreras. Ser vampiro es, aunque suene obvio y redundante, no ser humano -con sus pros y sus contras-. ¿Adictos? A estos sujetos les encanta la sangre, así que no. ¿Maldición? A estos sujetos les encanta ser vampiros, así que tampoco. No, nada de eso, estos vampiros están bien usados bajo la lógica del cine de terror: el enemigo absoluto y casi todopoderoso que, en este caso, disfruta de su condición -porque hay monstruos que sólo quieren hacer amigos pero que el intento es un cruel tiro por la culata: terminan asustando más que atrayendo compañeros-.
En fin, "Near dark" puede que no haya envejecido bien con ciertos efectos especiales que se notan un tanto falsos -aunque, así en el momento, no pueden ser menos que emocionantes-, e incluso el guión tiene un par de cosas raras entre medio, pero en general es una excelente película de vampiros que deja con un aún mejor sabor de boca. Pero en serio, estos vampiros de acá son sensacionales, y lo vuelvo a repetir: los últimos veinte-treinta minutos son de una intensidad sobrecogedora. El final me ha gustado mucho porque tiene una gran magnitud y tiene, de manera voluntaria o no, mucha profundidad y emoción. Es un excelente cierre para todo el festival de genialidades que disfrutarán durante casi noventa minutos: tiroteos, encuentros inesperados, masacres, persecuciones, y muchas cosas más. Ver "Near dark" es todo un gozo, así que disfruten, depravados.
Capturas sangrientas