Entre las pequeñas perlas de este año se encuentra Nebraska (2013), que viene avalada por el guionista Alexander Payne, autor de dos libretos magníficos que ganaron la ansiada estatuilla por las inolvidables Entre copas y Los descendientes. Se trata de un hombre de cine polifacético que domina tanto la escritura como la dirección de actores. Esta película ha recibido 6 nominaciones a los Óscar, siendo ésta y Al encuentro de Mr Banks dos producciones que superan con holgura en calidad a La gran estafa americana que parece que se ha valorado más en la academia de Hollywood. No obstante, Gravity es mi favorita y Nebraska mi segunda opción para los mejores y más famosos premios del mundo.
Woody Grant es un anciano alcohólico y con demencia senil que emprende un largo viaje para cobrar un premio de un millón de dólares. David es su hijo que ha roto con su novia y como no tiene nada mejor que hacer, decide acompañar a su padre.
Este largometraje, filmado en blanco y negro, lo que no debe ser un impedimento, ya que es un homenaje al cine clásico, plantea el tema de las enfermedades propias de la vejez que es una realidad que afecta de manera más o menos cercana a la envejecida sociedad occidental. Y es que la familia del cineasta no es ajena a esta problemática porque lo ha sufrido en sus propias carnes, por lo que como dice Payne, esta simpática y modesta historia sobre un viejo y su hijo ha tocado directamente su corazón y el nuestro, añadimos nosotros. Este largometraje es un drama en toda regla, el humor hace un acertado acto de presencia. Algunos personajes no resultan demasiado agradables, pero nos permiten esbozar una sonrisa por las situaciones surrealistas en las que se ven envueltos.
El reparto lo componen el humorista Will Forte del Saturday Night Live y el veterano actor Bruce Dern, que tiene todas las papeletas para ganar algún que otro premio porque su interpretación es de quitarse el sombrero y la caracterización es muy buena sin recurrir a postizos tipo Salma Hayek en Frida o Nicole Kidman por Las horas. La naturalidad sería la palabra más adecuada para definir su interpretación. Por otra parte, June Squibb está sensacional, representando a un tipo de persona propia de la América profunda a la que la meca del cine tiene presente de vez en cuando.
La cinta es un canto a la familia imperfecta, ya que la relación entre ellos no nos parece idílica, pero encontramos pequeños detalles en ella que la convierten en entrañable, puesto que habla de la necesidad de sentirse comprendidos y queridos, donde se plantea de manera sutil la idea de reconciliación. La escena final dignifica al hombre ante la enfermedad (Publicado en Diario Ya).