Pero, ¿podemos controlar nuestro nivel de motivación? ¿No estaremos olvidándonos de algo muy importante que sí está bajo nuestro control?
Como quien no quiere la cosa, estamos llegando al tercer mes de este año que planificábamos con ilusión entre uva y uva "hace nada".
¿De verdad crees que fue "hace nada"? Dos meses son la sexta parte del año, de un año en que te habías prometido cambiar algunas cosas importantes en tu vida, y ¿aún no has puesto en marcha ninguno de los propósitos que incluso escribiste en mayúsculas para estrenar tu nueva agenda ese día de fin de año en que indefectiblemente nos vemos capaces de todo (eso sí, a partir de mañana...)?
Déjame pensar a quién podríamos culpar... ¡Ya está! ¡A la motivación! O, más bien, a la falta de ella; al fin y al cabo nos están inculcando a todas horas, a la par que nos venden consultas de coach, conferencias o libros de autoayuda (por cierto, no niego que pueden ayudar, pero no son la respuesta) que es ella el motor de todos nuestros éxitos y, si no la tenemos... no es culpa nuestra. Salen de nuestros labios entonces frases que nos abocan a la inacción como "no me encuentro motivado" "en cuanto mejore de ánimo y me motive empezaré" "no tengo fuerzas, estoy buscando motivación" "la situación en que vivo me desmotiva"....
¿Y qué más? ¿dejamos de vivir hasta que estemos motivados? y, en ese caso, ¿qué o quién nos va a procurar la motivación?
Entonces, ¿cuál es la respuesta?
Vale la pena darse cuenta de que el mundo no ha empezado con nosotros y con nuestros problemas y que mucha gente ha vivido situaciones mucho peores y las ha superado sin este empacho de motivación. ¿Dónde está entonces la respuesta? Pues te doy un par de pistas que he encontrado en esos grandes amigos que tenemos tan abandonados, los libros: "A nadie le faltan fuerzas; lo que a muchísimos les falta es voluntad" (Víctor Hugo) o "Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad" (Albert Einstein).
Esa es la respuesta: ¡la voluntad!Y, ¿sabes lo mejor? No tienes que esperar a que nadie te dé voluntad, la voluntad la llevas dentro de tí y se puede entrenar como entrenas tus músculos para que cada día sea más fuerte.
Date cuenta que haciendo uso de la voluntad eres tú quien decide, mientras que si te centras en la motivación, el motivo es quien te arrastra ¿Quieres ser arrastrado o dirigir tu vida?
Educando la voluntad
La voluntad no es innata, debe ir adquiriéndose desde pequeños y creo que debería tener una mayor presencia en los planes educativos pues se trata de entrenar el sistema de autocontrol del cerebro enseñando al niño a administrar su atención, gestionar sus emociones, tomar decisiones y mantener el esfuerzo.
El error, por ejemplo, de no enseñar a los niños a administrar su atención, es decir a "atender" ,empezando por normas básicas como estar quietos y callados en clase mientras explica el profesor (las situaciones relatadas por mis hijos en su etapa escolar resultarían surrealistas en el contexto de mi época de colegial) están llevando según los expertos a que se estén enviando a los especialistas hasta a un 10-12% de los niños como posibles casos de déficit de atención e hiperactividad de los cuales sólo un 1-2% resultan ser verdaderas patologías; el resto es consecuencia de la falta de entrenamiento de la atención y el autocontrol. Creo que el problema es que, en nuestra sociedad hedonista, todo lo que suene a esfuerzo o disciplina parece que está mal visto.
Aplicándolo a nosotros
Volviendo al presente, es decir, aceptando que somos adultos y que nuestra voluntad puede haber sido mejor o peor educada en la infancia, debemos seguirla trabajando y fortaleciendo día a día. Por supuesto, reconozco que siempre es mejor hacer las cosas motivados (lo hemos hablado en artículos como estos), pues las realizaremos con más entusiasmo al ser la motivación una fuente de energía, pero no podemos depender de una motivación externa para actuar.
Como nos dice José Antonio Marina en su libro "El misterio de la voluntad perdida", existe un mecanismo de emergencia para cuando no estamos motivados: recuperar el tan olvidado sentido del deber, es decir hacer las cosas "porque tenemos que hacerlas".
Me parece genial que esperes a estar motivado para hacer cosas como aprender a tocar la guitarra o a bailar la danza del vientre, pero cuando se tocan temas que afectan, por ejemplo, a la salud no tiene sentido esperar ¿verdad? Es más lógico poner en marcha el mecanismo de nuestra fuerza de voluntad y empezar a tomar acción; seguramente, este simple paso acabará automotivándonos, pero habrá sido el resultado de un trabajo interior personal, no de una charla del gurú de turno.
En definitiva, no fundamentes tu comportamiento en la motivación que sientas en cada momento, ya que éste es un factor que no puedes dominar; haz un buen uso de tu voluntad y, en cuanto acabes este artículo, piensa qué es lo primero que deberías hacer para conseguir ese objetivo que te habías propuesto y ¡actúa!
PD. Si aún no estás convencido, te dejo una de esas frases de mi madre que no admitían réplica y que, junto con "El no ya lo tienes", pusieron banda sonora a mi infancia:
"Contra pereza, diligencia"
que, en plan más actual, podríamos imprimir así para colgarlo en nuestra habitación ;)
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