Necesito creer que vamos a ser capaces de arreglar este mundo destartalado en el que vivimos. Necesito creer que algún día la única guerra de la que hablaremos será la que hacen los niños con sus pistolas de agua o con sus pompas de jabón, o la de esos dos que se gustan y se miran con fuego porque no tienen valor aún para decirse a la cara lo que sienten. Necesito creer que la humanidad no se ha deshumanizado tanto como para seguir matando porque sí, en nombre de cualquier excusa: política, religión, género...
Necesito saber que el día que yo deje este mundo mis hijos y aquellas personas que hayan decidido tener en sus vidas podrán vivir seguras. Necesito saber que hay esperanza de mejorar, de avanzar, pero de verdad, hacia un mundo desarrollado, si interpretamos desarrollo como algo positivo a todos los niveles, incluidos los valores y la calidad humana.
Me mata a poquitos y cada día despertarme leyendo que ha habido un atentado, que siguen muriendo personas por falta de recursos o mujeres porque a sus parejas se les ha cruzado un puto cable. Me mata la sensación de no querer saber del mundo, de ser consciente de que si leo noticias es por casualidad y no porque las busco, de tener que reconocer que aislarme de eso no es ni la solución ni una actitud valiente.
Pero es que me siento pequeña cuando pienso en el escombro de planeta en el que andamos. Me siento culpable cuando miro alrededor y descubro que cualquier queja que suelte por la tontería del día es un absurdo en comparación con la grandeza de la miseria que otros viven ahí fuera.
Estoy cansada de que los de arriba, los de la cima más alta, chupen del bote de los que están más abajo, que con sus campañas de sonrisa y postureo se ganen la esperanza de los más desesperanzados y, en cuanto recuperen su poder, les peguen la patada más fuerte que la que ya les dieron antes. Me apena que, mientras esto sucede, los de a pie nos quedemos pegados a la pantalla viendo a tanto don nadie vendiendo sus vidas al público por cuatro perras. Me indigna que, con sólo urgar un poquito en el macro sistema en el que estamos inmersos, salga tanta mierda que sea imposible ver luz al final del túnel. Me agobia la patraña en la que estamos metidos todos, de pies a cabeza, hasta el cuello y bien hundidos; ésa en la que no hay cura para tanta enfermedad de laboratorio por falta de recursos para la investigación, pero sí dinero para lujos cosmopolitas de quienes mueven los hilos. Me entristece que cada granito de arena de quienes queremos que esto valga la pena no cuente casi nada porque quienes de verdad pueden hacer que la magia ocurra los sepultan con sus montañas de trampas y engaño.
Necesito creer que las personas seguimos siendo bonitas y punto. Necesito creer en una sonrisa, en una mirada limpia, en un abrazo, en que esa persona que acabas de conocer y te inspira confianza ha llegado para quedarse.
Necesito pensar en que no nos conformamos con lo que nos viene sino que luchamos por nuestros ideales y para hacernos respetar, entendiendo esta lucha como una defensa de nuestros principios, sin armas, sin daños, sin violencia, como una salida en masa a la calle para hacer saber al mundo entero que NO COMPARTIMOS ESTO QUE ESTÁ PASANDO y que NO QUEREMOS UN HOGAR EN EL QUE LA MUERTE SE DISFRACE DE LAS MIL Y UNA RAZONES PARA SEGUIR MATANDO.
Necesito creer... pero a veces me cuesta.
(Necesito un país de Nach y Marwan)