Revista Creaciones

Necesito parar

Por Masqueudos

He pasado unos días increíbles en Casablanca: primero trabajando con Soraya para el Instituto Cervantes en el SIEL y luego recorriendo la ciudad casi sin parar ni un momento, mientras hablábamos mucho sobre todo lo que hacemos cada día, qué significa nuestra empresa y cómo la gestionamos a nivel personal y profesional. Nos encanta nuestro trabajo pero le ponemos tanto de nosotras mismas que nos está afectando demasiado a nivel personal. Y yo necesito parar.

Porque voy corriendo a todas partes: a la sala de embarque, al stand, a las Twins, al hotel, a leer el correo, a contestar asuntos que no sé si son prioritarios o no, a comprobar la agenda una y otra vez, a estar disponible siempre y dispuesta a dar respuestas que a veces ni tengo. Y llega la hora de dormir y me sigue durando este ritmo frenético. A nivel personal me tiene agotada ni saber qué necesito ni que parte sigo siendo yo: la que habla a veces con retranca, que disfruta tomando una copa de vino o dos con tranquilidad, que quiere vivir sin ansiedad y sin angustia. A nivel profesional no sé cómo hacerlo mejor porque no puedo dar más.

Y así compartiendo esto se nos han pasado los tres días en una ciudad de contrastes, como nosotras mismas. Que te da lo mejor y lo peor que tiene y no para nunca. Así es Casablanca.

Necesito parar

Necesito parar
Necesito parar
Necesito parar

Yo vuelvo con ganas de parar. Y creo que el primer paso es este: reconocerlo, pedir ayuda, decir bien alto que no puedo más y que para aprender a hacer las cosas de otra manera necesito mi tiempo. Minutos para no pensar, para ir a la peluquería o simplemente dar un paseo. Horas leyendo sin más, sin tareas por hacer, sin que el libro sirva para algo -una actividad, una propuesta-, por el simple placer de leer. Pasar tiempo con la gente, cuidarla, no ser la que nunca está libre para quedar o siempre se queja por estar cansada. Quiero eso, de verdad. Lo necesito. Necesito parar. 


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