Un negocio viejo, por ejemplo era el de mi abuelo que vendía llaves, grifos y tuberías desde mucho antes del siglo XXI. También vendía gutapercha y cables de cobre; y pez y minio en bote, y para las tuberías de plomo estopa. Todo un negocio antes del siglo XXI.
En el número 46 de la calle del Comercio de mi ciudad se estableció el abuelo fundador del negocio. Lo llamó Urban Idade porque le gustó el regusto arcaico del nombre y porque le pareció que le daba empaque un nombre que sonaba a gallego en tierras de Castilla. Así era Castilla de impresionable y así eran los gallegos de altivos en Castilla. La fontanería se llamó Urban Idade en castellano y en gallego. Un nombre imposible para un negocio que pretendía ser universal en una ciudad como Madrid que era como un pueblo grande. Por eso, el tiempo impuso la razón del idioma o el idioma impuso su razón en el tiempo y el viejo negocio de Madrid se reconvirtió de fontanería imposible a blog universal sobre Madrid, paradógicamente, algo también imposible. En fin, todo lo imposible acabó por hacerse realidad y Urban Idade, en castellano y en gallego, sigue existiendo como un exquisito negocio imposible de redes urbanas fontaneras en ese pueblo grande que es el viejo Madrid.