Recuerdo los títulos que leí de la serie del inspector Wallander, de Henning Mankell; serán algo más de una decena. Al preguntarme qué motivó aquel interés, surge de nuevo el personaje, como un volumen bien construido: una doliente humanidad, vibrante, sobre un plano oscuro, tremendo. Este contraste, lo veo, era una estructura sólida.
Tras sesentaypico páginas dejo hoy de leer otra novela de una autora de este mismo género negro escandinavo: el segundo plano se adelanta hasta hacer que las truculencias, mezquindades, las sordideces inanes, los recursos de "efecto realidad" -como escribía Barthes-, aneguen los endebles trazos humanos que parecían prometer un conocer relevante.
Oscurece en la tarde, de llamativa belleza: vistos en perspectiva, los cúmulos se apelmazan en densas manchas, orladas de fuego.Hola, esto es lo que hay