Revista Coaching

Neil Gaiman y la importancia de terminar con lo que empiezas

Por Juan Carlos Valda @grandespymes
Por Eduardo Scheffler Zawadzki

Cuando emprendemos las cosas no suelen salir como imaginamos. Tampoco cuando escribimos. El renombrado autor británico de libros como Coraline y American Gods nos revela por qué es tan importante terminar con todo lo que empezamos, aunque el viento no sople a nuestro favor.

Tanto escribir como emprender podrían ser vistos como verdaderos actos de fe.

Ambas actividades inician con una simple idea en la cabeza de lo que pretendemos crear. Una imagen, un concepto, un personaje. Un deseo vago y efímero que poco a poco se materializa en algún lugar de nuestra imaginación. Sabiendo a dónde pretendemos llegar, comenzamos a definir, a plantear las distintas rutas que podrían ayudarnos a alcanzar nuestro destino. Planeamos cada etapa que recorreremos antes de lanzarnos a explorar el camino, esperando poder volver sanos y salvos algún día. Queremos tener la certeza de saber cómo será la travesía, aunque al escribir y al emprender nunca jamás habrá manera de anticipar con lo qué nos vamos a encontrar.

Al escribir los accidentes pueden aparecer en el primer párrafo de un texto, después de una frase inicial perfecta e inspiradora. La idea que pretendíamos desarrollar se queda trunca al llegar a unos puntos suspensivos. La leemos una y otra vez en voz alta, sin lograr que se relacione con lo que debería de haber una oración más allá. La pronunciamos despacio, buscando certeza, pero solo logramos que suene cada vez más extraña, más absurda, más desesperada.

Si hablamos de emprender, los accidentes suelen materializarse como terribles bestias que nos amenazan con el primer trámite, el primer pago demorado, el primer pedido cancelado. Nos asedian y nos persiguen de día y de noche. Nos roban el aliento y poco a poco van matando la ilusión que en un principio generó la idea de independizarnos, de crear nuestro propio negocio, de atrevernos a andar por ese camino.

Son esos accidentes que pueden presentarse en el primer párrafo de nuestra historia los que nos hacen dudar. La duda nos lleva a la desesperación y la desesperación nos hace claudicar.

Entonces, nuestras ideas mueren en el intento.

Los textos, historias y emprendimientos con esos hermosos personajes que jamás tuvieron la oportunidad de ser desarrollados, son arrojados a un olvido amargo junto con sus tramas, sus conflictos, sus resoluciones y sus hazañas. Terminan viviendo en el mismo lugar en el que yacen esas ideas de grandes negocios que nunca supimos ejecutar.

Existen juntos, pero solo en el valle de los proyectos inconclusos.

Todos hemos estado ahí. Entre sus torcidos caminos podríamos reconocer al menos una de nuestras pertenencias. La novela que nos llevó años redactar, pero que jamás pasó de ser un simple borrador. La app que fascinaría al mundo con esa opción de crear rostros híbridos con las caras de tus conocidos. La tienda en línea de cremas hidratantes con una fórmula única que tú misma habías elaborado. El espacio de oficinas colaborativas que le daría un nuevo uso a tu propiedad. El proyecto de banda musical al que apostabas todo cuando ibas en la universidad. El canal de videos con el que le enseñarías a los niños a jugar baseball.

Pinturas jamás plasmadas y fotografías nunca tomadas. Planes de negocio que se estancaron en una primera versión que nadie más vio. Ideas y proyectos que se quedaron inconclusos porque la realidad es que a la hora de escribir y de emprender, a muchos de nosotros nos aterra la simple idea de terminar las cosas.

Porque los accidentes siempre estarán ahí. Porque el perfeccionismo es su mejor aliado. Porque vivimos asustados ante la idea de lo que dirán los demás. Por los juicios. Los comentarios. Los poquísimos likes, corazones o emojis sonrientes. Porque ante la duda que nos asalta, solemos concluir que hemos fracasado y en ese instante nuestra idea, alguna vez coherente y hermosa, deja de tener sentido.

Sin darle oportunidad, la aniquilamos, muchas veces sin haberla terminado.

Cuando a Neil Gaiman -uno de los escritores más populares de la actualidad- le piden que revele sus secretos para escribir, suele hablar de la importancia que tiene el terminar los relatos que empieza, aunque estos sean imperfectos y estén plagados de errores.

"Los errores pudieran ser lo más importante para un escritor -explica-. El proceso de vivir, el proceso de tratar de crear, el proceso de salir y hacer algo, es y será siempre un proceso en el que te vas a equivocar. Vas a romper cosas. Vas a intentar cosas que no funcionarán... pero lo más importante es escribir y terminar lo que escribes.

"Todo lo que haces contribuye a que encuentres tu voz, pero cuando te a través a terminar las cosas el aprendizaje es cuántico. Ahí entiendes qué fue lo que hiciste. Hay una mejora genuina y perceptible. Aprendes mucho más de terminar un fracaso que de escribir un gran éxito".

Y lo mismo sucede al emprender: no importa a qué puerto nos lleve nuestra idea. No importa las tormentas (y tormentos) que nos haga atravesar. El aprendizaje real solo lo obtendremos al vivir el proceso completo.

Sucede lo mismo al escribir, al emprender. Al vivir.

Fuente: https://www.entrepreneur.com/article/328484?utm_source=newsletter&utm_medium=email

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