Revista Cultura y Ocio

Nell Leyshon. Del color de la leche

Publicado el 08 enero 2025 por Juancarlos53

"dije que te contaría la verdad sobre todo lo que ha pasado y te la he contado, y todo es verdad salvo una cosa.
dije que estaba sentada al lado de la ventana escribiendo esto y que miraba hacia fuera y veía los árboles y los pájaros. dije que veía la lluvia cayendo por el cristal.
dije que se veían los prados con la espesura de la niebla.
dije que veía mi propia cara pálida en la ventana.
dije que no podía respirar y que me acerqué a la ventana para abrirla.
cuando dije todas estas cosas no te estaba diciendo la verdad."

Nell Leyshon. Del color de la leche

Finalicé 2024 con una lectura más que liviana, la de Carmen Posadas titulada "Por el ojo de la cerradura", y he comenzado este año lector 2025 con una novela potente, que me ha gustado mucho. Se trata de "Del color de la leche" de Nell Leyshon, novela publicada en 2012. La historia que relata sucede durante el año 1830, concretamente desde la primavera de ese año hasta la de 1831, momento en que la narradora dice estar escribiendo la carta que pone en nuestras manos y que dirige a un tú genérico, al lector que tenga la oportunidad de hacerlo. El lugar donde sucede la historia es una localidad innominada de la campiña inglesa. Estamos en el siglo XlX, en una sociedad eminentemente rural y nos encontramos con dos familias muy diferentes entre sí: la de Mary, la protagonista principal, una chica de quince años, está formada por un matrimonio y sus cuatro hijas; es una familia pobre y esforzada de la noche a la mañana en sacar adelante la explotación agrícola-ganadera; para el padre de esta familia, brutal en su relación con las hijas, más patrón que padre, el dinero es el dios supremo. Del otro lado encontramos a una familia acomodada, la del vicario Graham cuya mujer está muy enferma y cuyo único hijo, Ralph, es un poco vivalavirgen. La unión entre ambas historias y familias va a darse a través de Mary, la menor de las hijas del matrimonio agrícola, que va a ir a servir a la casa del vicario para ocuparse, entre otras cosas, de la mujer enferma.

Comparado con el trabajo que tenía que desarrollar en la granja del padre, el de la Vicaría es cómodo para Mary, una chica acostumbrada a estar siempre activa. Pronto la esposa del señor Graham le pide a Mary que se dedique en exclusiva a ella y así lo hace ésta a pesar de las reticencias mostradas por Edna, el ama de llaves, que ve cómo la recién llegada a la casa se está haciendo con el afecto de todos.

Mary es una chica agradable de rostro, pero su figura se ve lastrada por la cojera que sufre en una pierna desde su nacimiento:

"algunos dicen que madre estuvo enferma aquel verano y que siguió trabajando en el campo y que tenía un bulto que era yo y que no podía agacharse bien porque yo estaba en medio.

y dicen que se me torció la pierna con el peso y que ya nunca más estuvo bien.

cuando era bebé me la ataron con un trozo de madera para enderezarla, sólo que me rozaba y me salió sangre y yo grité hasta que me la quitaron y dejaron que mi pierna se fuera para donde ella quería.

Mary es una chica avispada que no se arredra ante nada, que contesta sin miramientos a quien la importuna y que muestra grandes deseos de aprender. A pesar de ser analfabeta como el resto de su familia cuando por deseo de su padre tiene que ir a servir a casa del vicario y ve los libros que éste tiene en su biblioteca se siente atraída por ellos. Cuando el señor Graham le pregunta si le gustaría aprender a leer y a escribir, ella pronto responde que sí. De esta manera se establece entre ella y el Vicario una relación que tiene visos de ir más allá de la meramente laboral.

Todos los personajes del relato tienen personalidad propia y Nell Leyshon los define con uno o dos rasgos característicos: la cojera y espontaneidad algo lenguaraz y despierta de Mary; en las hermanas de ésta, la excesiva religiosidad de Beatrice, la sensualidad y búsqueda de afecto de Violet y "el carácter podrido" de Hope. Luego está el padre, un hombre brusco, violento, que explota a las hijas laboralmente y constantemente se lamenta de que no hayan sido chicos. Por su parte la madre es casi un cero a la izquierda que sigue a pies juntillas las ideas de su marido. Sólo el abuelo enfermo demuestra rasgos de humanidad y afecto con Mary, que es la nieta que lo cuida y se preocupa por su bienestar. Del lado de la casa del Vicario encontramos a Graham, un hombre que malamente puede controlar sus instintos; lo mismo le sucede a su hijo Ralph, joven caprichoso y mujeriego que no se preocupa de los destrozos que sus actividades provocan; sólo la madre enferma demuestra hacia Mary cariño y humanidad sin exigir contrapartida alguna por ello.

Si hay algún asunto importante, aparte del que es objeto de la carta que escribe Mary y que el lector descubrirá durante el transcurso de la lectura, éste es sin duda alguna el de la maternidad. Los personajes son mujeres y esta condición las hace madres voluntaria o involuntariamente. Ellas y sus hijos, sus hijos y ellas, son elemento central en Del color de la leche. La coreada reivindicación feminista del " Nosotras parimos, nosotras decidimos" es clara en el relato. Y también, esta vez expresada por boca de la mujer del Vicario, el convencimiento de que el destino de los hijos es el de levantar el vuelo, dejar el hogar, y que la obligación de los padres (las madres en este caso) es facilitar ese tránsito:

"sabes, me dijo, cuando tienes un bebé te parece que toda tu vida es ese niño y nunca te imaginas que van a crecer y que no te van a necesitar más y que van a querer irse.
no se puede evitar que crezcan, dije yo.
ya lo sé, pero no puedes imaginarte como es. lo dejas todo para cuidarlos y para protegerlos y después se van. es como si te consumieran para conseguir su propia vida."

La novela está escrita de manera novedosa enlazando la forma con el fondo y especialmente con la narradora que, como ya he dicho, no es otra que la misma Mary, la cual está escribiendo una carta a un "tú" no identificado. Debido a haber sido hasta hace muy poco analfabeta Mary no domina del todo el arte de la redacción y por ello vemos que no sabe hacer uso de las mayúsculas y que cae continuamente en el polisíndeton de la conjunción copulativa "y", tal y como les sucede a los niños cuando cuentan cosas:

"él estaba en el patio esperándome. no dijo nada. yo no dije nada. caminé hacia la casa y él me miró un momento y entonces dio un paso hacia delante y me agarró del brazo. y me llevó a rastras dentro de la casa. y hope y violet me estaban mirando. y él tiró de mí a través de la cocina. y madre estaba ahí al lado. y yo gritaba y ella estaba ahí y me miraba."
Nell Leyshon. Del color de la leche

Esta carta me ha recordado mucho, por su narración en primera persona y por el asunto que relata, al Lazarillo de Tormes. Al igual que en la novela picaresca española de autor incierto la protagonista cuenta el asunto -el 'caso'- en el que ella se encuentra inmersa en ese momento. También me ha recordado mucho la historia que en ella se narra a la que no hace mucho, y con gran agrado por mi parte, leí en "Precioso veneno", la novela de Mary Webb que hace cosa de tres meses o así reseñé en este blog. Ambas novelas, la de Leyshon y la de Webb, narran historias duras, pero endulzadas en ocasiones con expresiones amables para suavizar la terrible verdad que cuentan. En el caso de la narradora de Del color de la leche, ella, Mary, temerosa de crear en el lector el malentendido de que todo fuera una ficción, una imaginación, en un momento dado aclara (véase la cita que encabeza esta entrada).

Cierro la reseña de esta deliciosa -¡y dura!- novelita con una referencia a las reflexiones metaliterarias que aparecen en ella. Mary, en su inocencia de escritora primeriza alude con frecuencia al acto de escritura que está realizando:

"éste es mi libro y estoy escribiéndolo con mi propia mano

quiero contarte lo que ha pasado pero tengo que tener cuidado de no apresurarme como hacen las vaquillas en la entrada. porque entonces iré por delante de mí misma y puedo tropezarme y caerme y de todas maneras tú querrás que empiece por donde debo empezar.

Del mismo modo Mary describe las dificultades del proceso de escritura por las que pasa mientras escribe la carta que tenemos en nuestras manos:

"escribir lleva mucho tiempo. hay que deletrear y copiar cada palabra encima de la página, y cuando termino tengo que volver a mirar para ver si las he elegido bien. y algunos días tengo que pararme porque tengo que pensar en qué es lo que tengo que decir. y en qué es lo que quiero decir. y en por qué lo estoy diciendo."

Una primera lectura de este nuevo año más que satisfactoria. Una lectura que recomiendo a cualquiera que ame la buena liuteratura.

Nell Leyshon. Del color de la leche

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