No debe andar muy satisfecho el líder catalán, adalid del independentismo, incluso como cortina de humo que enmascare los desmanes económicos de CiU, cuando se le trata en Israel exactamente como lo que es: Un presidente de una comunidad autónoma que forma parte indisoluble de un país de la Unión Europea; acierta el líder israelí en acompañarse del embajador español, legal representante en su país de nuestros intereses, y vía de comunicación entre las dos naciones. No parece interesarle excesivamente una relación con Cataluña de igual a igual, algo que pretendía el político separatista; y asentado en una base popular de difícil comprensión: Cataluña no es España. Puede tener doble sentido. Es posible que tengan razón, porque no alcanza.