Visionando la película “Network” (1976), de Sydney Lumet, con guión de Paddy Chayefsky, uno se da cuenta que las buenas historias son inmortales y que el paso de los años no hace sino mejorarlas. No solo los personajes y la historia nos mantiene anclados a la silla, también el toque vintage en el vestuario, decorados y tecnología de la época, nos hace disfrutar aún más del buen cine.
Cuando estás escribiendo un guion no hay nada mejor que ver buenas películas donde cada punto de giro hace avanzar la historia con más fuerza y nos mantiene atrapados sin aliento. Es el tipo de film que a los guionistas nos suscita pensamientos del tipo: “Vaya diálogo que se ha marcado aquí el protagonista…” o “eso sí que es un punto de giro y no lo que he hecho yo en mi guion…”.
No se trata de echarnos arena en los ojos a nosotros mismos, sino de aspirar a escribir historias magníficas como esta película que recibió el Óscar al mejor guion original en 1976, junto a otros tres más: mejor actriz (sublime Faye Dunaway), mejor actor (impresionante Peter Finch) y mejor actriz de reparto (fantástica Beatrice Straight).
La importancia de un buen arranque
La película empieza con un narrador en off contándonos la historia de Howard Beale, un presentador de informativos en horas bajas que acaba de recibir la noticia de su despido después de 15 años en antena. Las audiencias mandan y el público lo ha abandonado. Su jefe y amigo le da la noticia y ambos se emborrachan recordando viejos tiempos. Un arranque fantástico que enseguida conecta emocionalmente con el espectador, porque todo el mundo quiere saber qué será del pobre Beale, despedido de su trabajo, viudo desde hace algunos años, sin hijos, solitario y melancólico.
Puntos de giro del guion
¿Queréis un buen desencadenante? El de esta peli es un gancho directo a la mandíbula. Beale en directo, dice a los espectadores que no continuará en el programa y que se suicidará en antena para lograr mayor audiencia. Zasca. Es impresionante el golpe de efecto que provoca esta peripecia a nivel narrativo. Todo se pone patas arriba. Los directivos de la cadena se echan las manos a la cabeza. El teléfono no deja de sonar pidiendo la cabeza de Beale y la expectación es máxima.
Beale rectifica, reconoce que era una locura suicidarse en directo, pero ofrece a la audiencia un discurso sincero y emotivo. Dice que deja el programa porque no tiene más “gilipolleces” que contar, su matrimonio fue una farsa, el mundo es una mierda y su vida más. Las cosas no pueden ir a peor para el protagonista, lo que significa que el guion comienza a subir enteros.
Parece que es la última aparición en antena de Beale, pero aquí Chayefski nos sorprende con otro giro memorable. El discurso de Beale dispara las audiencias y diseñan un programa para él donde continúe con sus discursos iracundos. Ha nacido el profeta furioso de las ondas.
Imágenes imborrables
Quizá la imagen que todos recordamos de esta película es la de Beale arengando a las masas en su programa para salir a la ventana a gritar a pleno pulmón: “¡Estoy furioso y no pienso aguantarlo más!”. Una escena fantástica que vuelve a impulsar la historia hacia adelante y como si fuera un caballo desbocado avanza hasta el clímax sin darnos una tregua.
Durante unos meses las audiencias se disparan y Beale se convierte en una estrella. Hasta que sus discursos comienzan a ser políticamente incorrectos y empiezan a incomodar a los jefazos. El público ya no se siente atraído por un viejo cascarrabias que no hace más que quejarse del mundo que le rodea. Las audiencias bajan y todo se vuelve inestable.
Ojo Spoilers: ¿Cómo afrontar esta situación? ¿Cómo conseguir que el guion no se detenga y aumente la intensidad hasta el final? Fácil. Los directivos deciden liquidar a Beale en directo. Un animal televisivo como él no podía encontrar mejor lugar para morir. Fantástico clímax que deja al espectador con el gesto congelado pero encantado de haber presenciado una gran película. No solo el clímax es impresionante narrativamente hablando, hay otras escenas que quedan en la retina del espectador, como la charla del mandamás de la cadena con Beale: “¡Ha alterado las fuerzas primarias de la naturaleza. La gravedad, el flujo y reflujo de las mareas, el equilibrio ecológico…!”; o el fantástico momento del jefe de informativos comunicando a su esposa que se ha enamorado de su compañera de trabajo (Faye Dunaway).
El mundo de la televisión queda tan bien retratado que se podría hacer un remake en la actualidad con cambios mínimos en la historia y los diálogos. De hecho, estoy seguro que a más de un ejecutivo en la actualidad se le ha pasado por la cabeza que una muerte en un programa de máxima audiencia es el pelotazo del siglo y están buscando la manera de hacerlo… Todo llegará, ya lo veréis…
Es tal la perfección del texto que supone un auténtico placer degustar una y otra vez las declamaciones de los impresionantes actores que intervienen en la película. Nosotros, como guionistas, debemos hacer como Chayefski y ofrecer a nuestra audiencia diálogos fantásticos y puntos de giro magistrales para que nunca decaiga el pulso narrativo del guion.