Neurocultura
Publicado el 22 octubre 2010 por Hugo
Creo que los nuevos conocimientos adquiridos a partir de la aplicación del método científico ofrecen una base más fundamentada a interpretaciones otrora puramente teóricas y especulativas, basadas en la introspección, único método disponible en ese período largo de la humanidad. Por ejemplo, pienso que la neurofilosofía ha comenzado a tomar un nuevo rumbo dentro de la filosofía, en el que avanza nuevos conocimientos desentronizando concepciones «de la más pura introspección» sobre el yo, el libre albedrío, la responsabilidad, la toma de decisiones y hasta la religión, Dios y la misma ética. ¿Acaso este nuevo cimbrear el árbol filosófico no puede conformar una nueva concepción filosófico-científica más sólida y universal de lo que somos? ¿En qué medida saber, conocer, que nuestras decisiones son producto de la actividad de circuitos neuronales localizados en ciertas áreas del cerebro y debidas al funcionamiento de códigos ancestrales, a patologías indetectables, a nuestra educación y a nuestro medio ambiente específico y personal, e incluso yendo más allá, a nuestro entorno social y cultural más inmediato (modulando esos códigos cerebrales) va a cambiar o modificar el mundo que conocemos y nuestros sentimientos de «seres libres»? (...) Y todavía más específicamente, ¿acaso la neurofilosofía en relación con el así llamado problema cerebro-mente no ha llevado a cuestionar que la introspección y el razonamiento puramente filosófico en este problema ha sido muy limitado y que, como señala Churchland, a menos que se vuelva la mirada para ver cómo funciona el cerebro, asiento último de los procesos mentales, esta filosofía pueda volverse simplemente estéril? (...) Yo estoy convencido, además, de que esta nueva cultura nos ayudará, a través de la rectificación de nuestras conductas, a neutralizar incluso las fatales predicciones hechas para el futuro (las que señalan, por ejemplo, un deterioro del medio ambiente en un punto de no retorno, con un calentamiento global del planeta que afectará de modo deletéreo y significativo a los bancos de pesca oceánicos y los bosques) y a encontrar una ética universal que, como decía Wilson, «sea la guía por la que la humanidad y el resto de la vida puedan ser conducidas de modo seguro a través de ese cuello de botella en el que la especie nos ha metido torpemente».
Francisco Mora,
Neurocultura, Alianza Editorial, Madrid, 2007, pp. 26-32.
PD. En unas horas salgo con mi hermano para Tarragona. Estaré de vuelta el domingo. Ya os contaré :o)