Durante los últimos días hemos sido testigos de una nevada que ha vestido de blanco gran parte de España y cuyos efectos aún perduran. Una nevada histórica, ya que desde al menos 50 años no se habían registrado espesores de esta magnitud, sobre todo en el centro del país. Y como suele ser habitual cada vez que ocurre un fenómeno parecido, no han tardado en aparecer los que tachan de falacia el Cambio Climático con el socorrido argumento de que el hecho de que haga frío contradice la teoría del calentamiento global del planeta.
Aunque empieza a resultar tedioso explicar en qué consiste el cambio climático, después de las innumerables publicaciones científicas y artículos en prensa escritos por científicos de todo el mundo, es sorprendente que se sigan confundiendo ciertos conceptos básicos, no sé si intencionadamente o por desconocimiento.
La primera confusión es una confusión de concepto, ya que se sigue tratando a la meteorología y a la climatología como si fueran sinónimos, cuando no lo son. La meteorología es la ciencia que estudia los cambios en la atmósfera (temperatura, humedad, viento, presión atmosférica, etc.) y en base a los datos observados hace predicciones a corto o medio plazo sobre lo que va a ocurrir. Evidentemente, cuanto más largo sea el plazo, la incertidumbre será mayor. La climatología, por el contrario, no es predictiva y lo que estudia es el clima y las variaciones del mismo a lo largo del tiempo. Para hacerlo, recopila la información meteorológica (temperatura, precipitación, humedad relativa etc.) en un determinado lugar durante un periodo largo de tiempo y obtiene unas conclusiones, y en base a esos datos describe el clima de ese lugar y sus variaciones temporales.
De una manera sencilla, el clima sería un largometraje del que la meteorología sería un fotograma o una breve escena del mismo. Si pensamos en la película Blade Runner, recordaremos que durante toda el metraje no dejó de llover, una lluvia persistente que mezclada con una nube de contaminación creaba un ambiente lúgubre y sombrío. Pero en la última escena, de tan solo un par de minutos, vemos a Rachel y a Rick Deckard huyendo felices en un día soleado. Dos minutos de tiempo meteorológico soleado en un clima lluvioso y frío de 2 horas. Por cierto, a Ridley Scott nunca le gustó ese final soleado que le impusieron los productores de la película.
Que haga frío unos días o unas semanas, o que en un determinado momento caiga la nevada del siglo, no invalida en absoluto el cambio climático, igual que dos minutos soleados no cambian el clima de Blade Runner, porque cambio climático es mucho más que calentamiento. De todas formas, no hay que olvidar que a pesar del frío de estos días, la tendencia global es que el planeta se está calentando. De hecho, 2020, junto a 2016, fue el año más cálido desde que se tienen registros. Un año que cerraba la década más calurosa de la historia. En cuanto a la nieve, cualquiera que tenga más de 40 años recordará nevadas en cotas bajas prácticamente todos los años, unas nevadas que con solo revisar los datos de las últimas décadas, apenas se producen. De hecho, hace tan solo un año, se comentaba cómo "el invierno se había olvidado de la nieve en España"
Pero volviendo al CC, una de las consecuencias del mismo y de la que ya se lleva avisando desde hace tiempo, es el incremento de la frecuencia de eventos extremos, ya sean sequías prolongadas, lluvias torrenciales, o como en este caso, olas de frío extremas. Y esta última nevada, aunque a muchos les pueda parecer una paradoja, no ha sido una excepción a esa regla.
Este evento extremo está directamente relacionado con el aumento de las temperaturas en el ártico, que han tenido como consecuencia que el Vórtice polar (una especie de ciclón que se localiza cerca de la estratosfera sobre las zonas polares) se haya debilitado. Seguramente muchos no recordarán que en junio de 2020, hace tan solo 7 meses, se registraron récords de temperatura en el ártico, alcanzándose temperaturas de 38ºC en algunas localidades como Verjoyansk, en el corazón de Siberia. Esas elevadas temperaturas debilitaron el vórtice polar, que en condiciones normales atrapa el aire frío en esas latitudes impidiendo que circule hacia el sur.
Por lo tanto, una vez debilitado, ese vórtice no podrá retener la masa de aire frío, que por lo tanto se escapará hacia el sur produciendo una bajada drástica de las temperaturas. Si a esto le unimos la entrada desde el sur de una borrasca cargada de humedad, el coctel perfecto estaba servido. Y los políticos, que aparte de tirarse los trastos a la cabeza entre ellos para escurrir sus propias responsabilidades, cargan ahora contra los meteorólogos por no haberles avisado de la magnitud de lo que nos venía encima, deberían recordar que desde mediados de diciembre ya se había pronosticado lo que iba a ocurrir.
A estas alturas, solo un necio o un inconsciente, más aún si es un político o un gestor, puede negar las evidencias sobre los efectos del cambio climático. Se nos acaba el tiempo, si es que no se nos ha acabado ya. Y mientras sigamos buscando excusas, mirando hacia otro lado, ninguneando a los científicos y soñando con estaciones de esquí y bonanzas económicas, dentro de no demasiado tiempo esta nevada histórica será un recuerdo feliz de aquellos maravillosos años.