Les dejamos la reflexión de Rafael Moneo sobre este proyecto de J. Herzog & P. de Meuron
“El dinero y el ladrillo van de la mano, y el fruto de esta alianza suele traducirse en pura urbanización, es decir, en un tejido inerte de construcciones que se extiende sobre el territorio y que, irrigado por infraestructuras de todo tipo, sirve al cabo para cumplir el fin primordial del tardocapitalismo: que las cosas fluyan; que las personas y los capitales sigan el ritmo implacable del laissez-faire. La periferia de Madrid no es, por supuesto, ajena a esta lógica: grandes autovías y trazados de ferrocarril circundan la urbe y de su traza surgen islas de construcción donde se disponen siguiendo la lógica del mercado bloques de viviendas, edificios comerciales y dotaciones culturales. El resultado no es sólo la dispersión física típica de los terrenos indefinidos, sino la dispersión simbólica de la ciudad sin carácter.”
“Es en semejante contexto donde se levanta la nueva sede del BBVA, sobre un terreno sin atributos rodeado de edificios comerciales anónimos y no menos anónimos bloques residenciales. Es la infraestructura y no la trama urbana la que explica el interés del enclave, pues su situación resulta estratégica: al norte del Paseo de la Castellana, a la vera de la principal arteria de crecimiento urbano que, además, alberga el centro financiero de la capital. El solar, sin embargo, traía aparejado una difícil servidumbre que en manos de otros arquitectos quizá hubiera resultado un lastre demasiado gravoso: la presencia de ocho esqueletos estructurales, fruto de un desarrollo inmobiliario fallido, cuyo correcto estado hacían viable su incorporación al nuevo proyecto.”
“La respuesta de Herzog & de Meuron no fue (pese a lo que la torre de su edificio sugiere a primera vista) construir un icono, sino colmatar el solar con una trama densa y de raigambre mediterránea que absorbe con habilidad las construcciones preexistentes. Semejante por su abigarramiento y sus atmósferas a una casba, esta ciudad corporativa pero amable donde trabajan 6.000 personas se define por su escala humana y su carácter introvertido: los movimientos se producen a través de calles estrechas donde predomina la sensación de quedar arropado por la sombra de toldos y enredaderas, y por el frescor de las láminas de agua. Esta alfombra se puntea con un hito vertical que complementa la silueta de las cuatro torres de la Castellana: un discoide que, como si fuese un fragmento de tejido urbano levantado del suelo, libera espacio en el solar para crear un ámbito interior que, como las plazas mayores, funciona a la vez como lugar de encuentro y como núcleo estructurante de la trama aparentemente azarosa de largas callejuelas”.
“La plataforma y el discoide, el tejido horizontal y la anécdota vertical, colaboran así para hacer de la ‘ciudad financiera’ un artefacto que trabaja a dos escalas: la del usuario que vive la plataforma como un oasis climático pero también simbólico que protege de la anomia exterior, y la del viajero que, moviéndose por la autopista, divisa a lo lejos el nuevo icono. Hay pocos precedentes tipológicos de esta solución, pero es posible asociarla con otros edificios de gran potencia visual que asimismo tratan de dar respuesta al incómodo requerimiento de crear una pieza con carácter para un cliente financiero en un contexto sin atributos.”
Programa: Oficinas Ubicación: Madrid – España Autores: J. Herzog & P. de Meuron Fecha: 2015Fotografía
Video Institucional sobre como “Se despliega la Vela” (en referencia a la torre central del proyecto).