
Se trata de uno de los muchos molinos que disfrutan altivos de las vistas del Waterland neerlandés. Concretamente en Zaanse Schans, Holanda, sin duda alguna uno de los lugares más pintorescos que he tenido el placer de contemplar. ¿Y por qué esta fotografía? Primero, porque tiene muchas tonalidades de grises, se aprecia el blanco y negro en toda su majestuosidad. Segundo, porque el viento y las nubes estaban a mi favor. Tercero, porque siempre he sido muy de paisajes. Y finalmente, porque se trata de un rincón diferente que puede captar la atención del espectador. No sé, hay muchas fotos que me gustan y que podrían haber sido las elegidas, pero me he decantado por ésta simplemente por participar con algo diferente. Por decir, yo estuve en ese concurso que no gané, pero me sirvió para seguir cultivando mi afición por la fotografía. Y como el viento que mueve molinos, julio se nos va...
