Revista Cine
Director: Russell Rouse
Emprendemos un viaje por los rincones oscuros de Estados Unidos, por aquellos lugares en donde no llega la luz del sol y donde nos encontramos con paisajes y personas brutales, violentamente marcadas por el implacable destino que caracteriza el camino que eligieron: este viaje no puede terminar bien, pero vaya que lo vamos a disfrutar. Comenzamos en la costa este del país, New York, de la mano de una película dirigida por un hombre que según veo escribió y dirigió sus propias películas a lo largo de los cincuenta y sesenta, dejando su importante huella en el cine negro. "New York Confidential" es, si no me equivoco, su cuarta película, y una contundente trama criminal dirigida con fuerza y narrada con fiereza. Nuestro viaje no pudo empezar de mejor manera, y vaya que que se pone bueno en las estaciones posteriores, sí señor.
El Sindicato, organización criminal de alto calibre e influencia, controla todo lo que se hace a escondidas de la ley, pero el mismo Sindicato tiene leyes que, una vez rotas, deben ser restituidas de inmediato. Así, un asesinato cometido sin el permiso de nadie dará pie a una serie de eventos desafortunados que mantendrán al borde del abismo el orden cotidiano del líder mafioso de New York, amenazando también con desequilibrar el funcionamiento de los negocios. Y con los negocios nadie puede andar payaseando...
"New York Confidential" es una estupenda película que sabe conjugar a la perfección un montón de elementos (estilos argumentales, estilos cinematográficos...) en una trama coherente y capaz de unir en una sola entidad los múltiples flancos que a lo largo del metraje se van abriendo, los cuales a primera vista incluso podrían parecer disímiles entre sí. El contexto es ya sabido: corrupción, policías y fiscales y senadores atrapados en los bolsillos de los peces gordos del mundo del crimen, también asolada por egos y puñaladas. A partir de esta ciudad ya icónica, y sin inmiscuirnos en la trama aún, el director nos muestra todas las caras habidas y por haber: el glamour y lo pestilente, la belleza y lo desagradable, las luces y sombras de una ciudad que no es lo que parece pero que a la vez es exactamente lo que se espera de ella, es decir, una jungla de concreto llena de violencia y salvajismo. La película de Russell Rouse es hasta cierto punto una denuncia, muy entendible por lo demás (y muy en boga con varias películas de la época, cuyas intenciones se centraban en desmitificar la vida del crimen, lo que se remonta a los treinta con el cine de gangsters), o mejor dicho una furiosa bofetada a una ciudad que quizás todavía no quería darse cuenta de que estas tramas de traiciones y negocios sucios son mucho más que ficción y cine negro: "Acá ven lo que pasa en la ciudad en la que viven", pero con más ira y hasta decepción, como un espejo del cual es imposible huir. Dicha intención se ve reflejada con fuerza en las imágenes, en la fluida y contundente narración de Rouse, y, desde luego, en la trama que, perdonen por repetir, aúna coherente y habilidosamente el conflicto de la ciudad para consigo misma con el conflicto propio de los personajes, esos que tienen que ver más con las pasiones y decepciones. No quiero entrar en detalles sobre la trama que se desarrolla a partir de la sencilla premisa (algo notable por lo demás: un simple asesinato desemboca en un caos administrativo de proporciones mayúsculas, lo que a su vez desencadena una espiral de caos personal), sólo quiero decir que todos sus elementos son magníficos y se desarrollan en líneas argumentales caracterizadas por la oscura, descreída y hasta fatalista visión expuesta, brutal y sin consideración con la esperanza o alguna luz redentora, sin duda acrecentada por la crudeza con que se retratan las calles y callejones, los edificios y los puertos, al fin y al cabo la vida misma, igual de podrida tanto en los bajos fondos como en las altas esferas. Poco a poco el relato se vuelve más y más terrible, y el espectador se ve cada vez más golpeado por una trama y narración arriesgadas y sumamente hábiles (en algunas secuencias la tensión es inmisericorde: genial uso del tiempo, del montaje paralelo...); lo curioso es que la trama se puede enmarcar en el discurso semi-conservador sobre la buena conducta y todo lo demás, pero como narración misma me parece que "New York Confidential" huye (con destacados logros) de mecanismos narrativos convencionales: ahí donde en otras (ni mejores ni peores, por favor, no caigamos en ello: cada película es única en su alta o nula calidad) hay un beso, acá hay un vacío; a fin de cuentas, el infierno funcionando a la perfección, el infierno atrapando a unos personajes de carne y hueso que también huyen del encasillamiento, cuyas acciones responden a pulsiones personales más que a mandatos dictados por normas de género o moralina barata. Nick Magellan, Charlie Lupo y su hija Katherine son el triunvirato principal que nos conduce por las sucias calles de New York hacia el abismo...
Que quede claro: "New York Confidential" es un enorme y tremebundo pedazo de cine negro que espero los deje noqueados y deseosos de seguir rasgando la luminosa superficie de la decadencia, porque lo Confidential no se acaba hoy, damas y caballeros: seguiremos cayendo hacia lo más oscuro...