En Nexus, Harari incide en una idea que ya estaba presente en libros anteriores, la necesidad del ser humano de crear y creer en ficciones. La sociedad se fundamenta sobre leyes e instituciones que son pura creación humana y que cualquier acontecimiento disruptivo puede destruir, aunque sea brevemente, como hemos visto recientemente en Valencia. Los grandes imperios y naciones necesitan unidad en un objetivo común, y esto puede conseguirse también mediante libros sagrados que crean religiones que mantienen a la gente alejada de unas verdades que pueden ser peligrosas para mantener el orden social:
"Poseer gran cantidad de información no garantiza ni la verdad ni el orden. Utilizar la información para descubrir la verdad y al mismo tiempo emplearla para mantener el orden es un proceso complicado. Lo que empeora las cosas es que estos dos procesos suelen ser contradictorios, porque con frecuencia resulta más fácil mantener el orden mediante ficciones."
Así pues, tal y como dice el autor la burocracia y la mitología, puras creaciones humanas, son fundamentales para mantener nuestro modo de vida. A veces las redes de información propagan noticias tóxicas y no hay que esperar a la aparición de internet para encontrar ejemplos históricos La caza de brujas que se dio en Europa y en Estados Unidos surgió de una teoría de la conspiración completamente absurda, pero que gozó de singular éxito, arruinando miles de vidas de gente inocente. Las redes sociales de las que gozamos en la actualidad pueden multiplicar dichos efectos dañinos y si son utilizadas por gente inadecuada pueden intoxicar la información haciéndonos creer cualquier cosa que sirva a sus oscuros intereses.
Toda esta sofisticación en el manejo y manipulación de la información y en la rapidez de su divulgación era impensable para los más poderosos de hace siglos, como los emperadores romanos, que no podían ni soñar con un control de la población como el que es posible hoy en día. El principal problema es que una dictadura utilice esta tecnología para mantenerse en el poder, centralizando toda la información que llega a los ciudadanos, impidiendo así toda disidencia. El otro gran peligro que expone Harari es el de la IA. Se trata de algo tan revolucionario como peligroso, pues se puede escapar a nuestro control, hasta el punto de que si le dejamos tomar decisiones no sabemos cual será su patrón de pensamiento, pero es posible que se aleje mucho del humano. La clave está en dejar nuestros objetivos de progreso en una tecnología capaz de tomar decisiones por sí misma, sin intervención humana. Es posible que al final su comportamiento sea monstruoso si dicho comportamiento sirve a los resultados buscados. Lo que es seguro es que las próximas décadas esta tecnología se desarrollará de forma inevitable. Si esto nos lleva a una edad dorada o al más absoluto de los desastres, está por ver.