Ya no se trata de una necesidad deportiva, que no lo es porque hay futbolistas con el mismo o mejor nivel en la plantilla, ahora la urgencia se ha convertido en mediática. Habíamos oído hablar del chico nacido en Sao Paulo con mucha admiración, sabíamos de sus cualidades, de su capacidad para convertirse en el centro de atención (Arbeloa sabe de qué hablo), de su liderazgo e incluso algunos iluminados utilizan el verbo “adaptar” para poner en duda su cambio de Continente. Ahora ya sabemos lo que hay, alguno se quedó con la boca abierta tras la exhibición en Maracaná frente a los mejores jugadores del mundo, frente a los actuales campeones. Estamos pues ante la llegada a Europa de un tipo que tiene la intención y las ganas de discutirle la supremacía mundial a la pareja Messi &Cristiano y eso para nuestro fútbol es muy bueno.
El estadio más legendario del fútbol mundial, el más mitificado por los amantes de este deporte fue el escenario de una noche mágica para la “canarinha”. España había usurpado a Brasil el “jogo bonito” que ellos habían patentado hace ya algunos años. Las caras de los jugadores de Luiz Felipe Scolari, escuchando y sintiendo su himno nacional, más la pasión que mostraban los 90.000 espectadores con su apoyo fanático a un equipo que es su religión ya hacían presagiar que para ellos este no era el “Torneo de la Galleta”. Necesitaban reivindicarse y contarle al mundo que son los candidatos a suceder a España en el trono mundial dentro de un año.
La derrota forma parte del juego y aquí en nuestro país estamos muy mal acostumbrados por las victorias de esta maravillosa generación. Nos cuesta perder y aceptarlo. Es normal, la selección española no perdía un partido desde el amistoso disputado en agosto de 2011 ante Italia en Bari (2-1). Es más, la anterior derrota en partido oficial fue en el primer partido del Mundial de Sudáfrica en 2010 frente a Suiza. Ayer la estéril discusión en las emisoras de radio, en la televisión e incluso en mi casa no era el baño futbolístico que nos estaba dando Brasil con su actitud, rapidez y juego directo. Nosotros los españoles discutíamos sobre si el camero Ramos debía haber tirado el penalti que falló. Algunos se fueron a la hemeroteca para enjuiciar el error: “Los últimos siete penaltis lanzados por España en el tiempo de juego reglamentario, al margen de las tandas, los han tirado seis jugadores diferentes (Xabi, Villa, Soldado, Cesc, Torres y Ramos). De todos ellos, fallaron cuatro y anotaron tres. El fallo de Sergio Ramos es el 10º error en los 22 penaltis lanzados en la era Del Bosque”. Sí señor, siempre la anecdótico por encima de lo importante. Guillotinemos al Marqués salmantino porque sus jugadores llevan un porcentaje penoso en el lanzamiento desde los once metros. ¡Qué país!
Volviendo al asunto que nos ocupa, el fiestero Neymar (es una alegría su cara, sus gestos y sus declaraciones) ya le ha dicho al mundo que Neymar Sr. (su papá) se lo dijo muy claro: “No tienes que elegir pierna para disparar. Si cae en la izquierda, dispara con la izquierda, si cae en la derecha, con la derecha”. Ser ambidiestro es un don del que pocos futbolistas disfrutan. El producto Neymar, después del espectáculo ofrecido en Maracaná, se ha revalorizado en ese mercado tan falso que es el mediático donde se confunde valor y precio. Aunque no sepamos si ha costado los 58 oficiales o los 70 que alguna fuente asegura, lo que sí parece claro es que la inversión lo merecía por las expectativas creadas. Ahora todos pendientes del movimiento de Florentino y del fondo de inversión que ayudará al presidente a pagar la operación de compra (entre 70/80 millones de euros). Estaremos todos pendientes del acuerdo y de esa foto de Gareth Bale con la camiseta merengue cuando era apenas un niño que le enseño el representante del jugador a José Ángel Sánchez, director general del club, en una reunión negociadora. Lo que son las cosas del fútbol: Gracias a Neymar el fichaje de Bale está más cerca.
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