Rambla de Cataluña 26
08007 Barcelona
Habitación: 116
Fecha de llegada: 04/04/17Tarifa:
Situado en el mismo corazón de la ciudad, a una manzana de la Plaza Cataluña, el hotel se alberga en un edificio que consta de cuatro torres unidas con una central superior con hierros blancos entrelazados. Aunque no es nuevo, el exterior resulta moderno en comparación con el resto de edificios más clásicos de la zona. A pie de calle esa comparación es todavía más acusada ya que toda la fachada de la planta baja se trata de una enorme cristalera con vistas a la recepción. A la puerta del taxi acude un mozo a abrirnos la puerta y saludarnos, aunque no se ocupa de nuestro equipaje (sólo es un troley). Tras una puerta giratoria accedemos a la recepción. Detrás de nosotros, una enorme cristalera a la calle, lo que llena de luz el espacio. A la derecha, otra cristalera deja ver el bar/restaurante a través de unos vinilos. A la izquierda bajo una gigantesca pantalla de cinco metros de altura proyecta la imagen de una cascada en movimiento varios sofás de piel rojos y varias sillas "colgantes" a modo de columpio con vistas a la calle. Delante de nosotros 5 escaleras de mármol blanco nos conducen al mostrador de recepción. El espacio es agradable, moderno y atractivo, pero algo angosto para la excesiva gente que se arremolina por allí. Los recepcionistas se ubican en un poderoso mostrador ovalado de madera blanca. Nos avisan que tienen un problema con el sistema informático y que aquello será lento. Y así es. Cuando por fin nos atienden, nos piden disculpas además de pedirnos el DNI y una tarjeta de crédito. Nos asignan la habitación casi corriendo y nos vamos, después de preguntar el horario del desayuno y el funcionamiento del wifi, que es gratuito y bastante correcto en cuanto a su velocidad y funcionamiento. Al fondo de la recepción junto a unas pantallas que proyectan noticias (el tiempo, la bolsa...) sobre un panel blanco, plateado y con detalles en madera encontramos el vestíbulo de los ascensores. Frente a ellos una pantalla proyecta el cuadro de las Meninas con movimiento. Los ascensores (5) son modernos, algo oscuros, con espejos en tres de sus paredes y una pantalla pequeña en la que se proyecta igualmente noticias y la previsión del tiempo. Bajo la pantalla en un cartelito se describen algunos servicios del hotel. Las puertas automáticas del ascensor nos dejan en un recibidor en el que destaca un enorme dibujo de la Basílica de la Sagrada Familia sobre una pared marrón chocolate. Varios carteles señalizan desde allí las direcciones de las habitaciones. En los pasillos, paredes blancas que contrastan con una tupida moqueta color vino tinto y con las puertas de las habitaciones en marrón oscuro. Un moderno pomo metálico abre la puerta tras acercar la tarjeta a un dispositivo.
Tras la puerta, apenas medio metro de pasillo antes de entrar en el dormitorio. A la derecha dos puertas de cristal transparente con marco de madera oscura y tiradores en piel acogen el armario. Algo pequeño, con una barra colgadora con muchas perchas normales de distintos formatos (camiseras, para trajes, faldas...). Debajo una cajonera con un calzador, una gamuza lustrazapatos, la bolsa de la lavandería y una bolsa con el logo del hotel.
A continuación entramos en el dormitorio. Rectangular. Muy blanco y luminoso. Enfrente, la cama. Grande para ser individual y justita para ser doble. Seis almohadas rematan un brutal colchón comodísimo, vestido con un suave y ligero nórdico. Pese a ello el descanso no es del todo óptimo. Se escucha muchísimo el pasillo y los ruidos de las habitaciones contiguas (duchas, voces...). Es especialmente molesto el continuo golpear de una puerta (quizá del servicio interno del hotel) en una de las paredes.
La cama aparece enmarcada en un cabecero de piel blanca, con un marco como de cuadro retroiluminado. A cada lado de la cama sendas mesillas redondas -también blancas- sobre las que cuelgan sendas lámparas de noche. A cada lado del cabecera hay unas pequeñas y potentes lámparas direccionables de lectura. Sobre una de las mesillas un moderno teléfono. Sobre la otra una revista y unos lacasitos cortesía del hotel. Detrás de las mesillas, interruptores de B-ticino para apagar todas las luces de la habitación (menos una lámpara de pie) y varios enchufes, incluyendo unos tipo USB. A los pies de la cama, en la pared hay un enorme espejo de cuerpo entero con un marco de madera en tonos plateados y una enorme pantalla plana de televisión.
Al fondo del dormitorio está la ventana. Nueva y bien insonorizada da a un patio de vecinos algo amplio, pero justo delante de nuestra ventana hay un montón de maquinarias y chimeneas del hotel que ofrecen una visión terrible y oscura, sensación que sin duda se traslada a la habitación. Un foscurit que se cruza en el centro detiene por completo la luz exterior -y la horrible visión de la maquinaria- y este a su vez se recubre con un leve visillo en tono gris.
Justo debajo de la ventana encontramos un maletero, una moderna lámpara de pie metálica, una enorme y confortable butaca roja de diseño nórdico, y una mesa de centro redonda llena de snacks, vino, algunos licores, dulces... como parte del minibar.
Junto a todo ello un escritorio de madera blanca brillante. Delante de él varios enchufes (incluido uno de USB) y sobre él una bandeja con una máquina de café Nespresso, un hervidor de agua y varias opciones de café e infusiones. Bajo el escritorio, en un armario, el minibar, de amplio y exclusivo surtido, en consonancia con sus precios, claro. La silla de trabajo es comodísima, en piel blanca y con ruedas. Quizá se echa de menos un flexo para trabajar y algo más de espacio, porque la bandeja de cortesía y varios folletos del hotel acaban ocupando demasiado.
El aire acondicionado funciona desde un sencillo y moderno display. No es demasiado ruidoso, pero la rueda que regula la temperatura no funciona con precisión. El aire sale a la misma temperatura subiendo el selector de temperatura o bajándolo. El juego de luces permite crear distintos ambientes en la habitación, cosa que se agradece. Junto a la pantalla de televisión está la entrada al baño. Sin puerta. Tan sólo el marco. Mármol color arena en el suelo y paredes. En una primera estancia, bastante bien iluminada encontramos el lavabo. Moderno, de lineas rectas, con una encimera en la que se presentan sobre una bandeja de porcelana blanca las amenities (jabón, gel, champú, crema corporal, crema de manos y gorro de ducha). El grifo, muy moderno está incrustado en la pared y aunque funciona a la perfección quizá queda demasiado al fondo del lavabo lo que provoca que al lavarnos las manos el agua caiga sobre la encimera. Sobre el conjunto, un enorme espejo retroiluminado. En la pared varios enchufes, un aparato para manejar algún audio y un secador de pelo. Bajo el lavabo el juego de lencería: dos cuadrantes de manos, dos toallas de lavabo, dos enormes toallas de ducha y un albornoz. Todo nuevo, muy limpio y mullido. Tras una pared de cristal opaco accedemos a otra estancia del baño donde se encuentra el bidet, el inodoro y la ducha. El inodoro entorpece un poco la entrada a la ducha que es una enorme cabina protegida por una mampara transparente de cristal. La pared del fondo es de una piedra como de lava, labrada con motivos geométricos. La ducha consta de un teléfono enorme situado en la pared y de un generoso rociador efecto lluvia situado en el techo. La presión, el caudal y la temperatura son formidables. El mando de su manejo es sumamente moderno y tan sólo permite la opción encendido, apagado y la regulación de temperatura. El caudal, muy generoso, no es posible regularlo. Dentro de la cabina encontramos también un calienta toallas que hace las veces de calefacción. Por la mañana, un bullicioso salón situado tras la recepción acoge el desayuno. Mesas redondas, cuadradas, con bancos, banquetas, sillas... de distintos formatos y tamaños, sin mantel y con servilletas de papel. El buffet es impresionantemente generoso: zumos variados (incluso con mezclas), embutidos, fiambres, quesos, bocadillos y sándwiches preparados, un enorme surtido de frutas peladas y cortadas, bollería recién hecha, distintos tipos de panes, un espacio destinado a la gastronomía local (fuet, butifarra, tomates, aceites...). El café, se sirve desde una máquina automática y aunque no es excelente, tampoco resulta malo. En el mostrador de recepción se interesan por nuestro minibar más que por nuestro descanso y nos piden que contemos qué nos ha parecido la estancia en Tripdavisor.
Calidad/precio:
Servicio: 8Ambiente: 8
Habitación: 8.5
Baño: 9
Estado conservación: 9
Desayuno: 9
Valoración General: 8.5