NH COLLECTION FINISTERRE (*****)
Plaza Parrote 215001 La Coruña Habitación: 507Fecha de entrada: 20/06/2018
Tarifa:
Justo delante de los muelles del puerto, a un paso del centro más histórico de la ciudad encontramos un edificio cuadrado, pintado en rojo, de corte clásico y riguroso, exento, situado junto al mar, y rodeado de jardines de un club deportivo y de un restaurante de eventos. El tono rojo contrasta con el color blanco del aluminio de las ventanas y de algunas balaustradas que adornan las terrazas del último piso y de las plantas nobles. En algún punto de la fachada se deja ver algún blasón. Una calle adoquinada, de acceso restringido con la muralla de la ciudad en el lado derecha, nos deja a los pies del edificio. Un gran pórtico, de cuatro arcos en piedra gallega, regios y poderosos, conforman una pequeña zona cubierta, en la que se puede dejar el coche. Quizá haya demasiados vehículos y jaleo en algo que invitaría más a un pequeño jardín o a algo más de tranquilidad y sosiego.
Dos puertas de cristal automáticas con el logo en dorado de la cadena nos dejan en la recepción. Demasiado llena y bulliciosa en ese momento. Hay un partido de fútbol y alguno de los equipos está allí alojado, con el correspondiente follón de aficionados e hinchas. El empedrado adoquinado de la calle pasa en el interior a mármol en tono crudo. A la derecha hay una zona con un sofá doble que reposa sobre una tupida alfombra. A continuación encontramos cuatro escaleras que nos bajan hasta la recepción propiamente dicha. En el salto de las escaleras se ha puesto, a la derecha, una zona con bebidas de bienvenida, aunque no queda nada de beber. A la izquierda, hay otra zona con butacas, llenas de gente y unas escaleras con una barandilla dorada que suben a una entreplanta en la que hay salas de reuniones.A la derecha quedan los mostradores de recepción. Dos. Poderosos, de madera rojiza. Separados entre si por una lámpara con una pantalla de cristal. Aunque hay dos puestos habilitados, sólo hay un recepcionista y un montón de gente alrededor del mostrador. Pronto llega otro empleado que nos pide disculpas por la espera y se esfuerza en darnos lo más rápidamente posible la habitación. Nos pide el número del DNI que confirma en la reserva, nos entrega la llave de la habitación, y nos explica el funcionamiento del wifi y los horarios de los servicios del hotel. Le decimos que no podremos desayunar porque saldremos muy temprano y nos indica que desde las 5 hay un desayuno de madrugadores para que no nos vayamos en ayunas. El proceso se hace rápido y cordial.
Justo frente a la puerta quedan los dos ascensores. Tenemos que esperar un rato largo hasta que estos se ocupan, suben -demasiado lentamente- hacen un extraño recorrido en casi todas las plantas, y al final acaba volviendo a la planta baja. La sensación, aunque no es fría, denota un cierto lujo que debió ser en su momento y que quizá hoy haya quedado algo envejecido, aunque bien cuidado. Las puertas exteriores de los ascensores son grises, las interiores, doradas. Forrados en madera oscura con dos espejos estrechos en cada uno de los lados. Suelo de mármol blanco, cuatro leves puntos de luz en el techo y un cartel con los servicios del hotel distribuidos por planta alto machacado y roto.
Las puertas se abren en un distribuidor elegante. De buen tamaño. Suelo de mármol blanco y paredes vestidas de madera negra. Algunas lámparas, espejos y molduras dan cierto empaque al espacio. A la izquierda, hay tres columnas cuadradas entre las que se puede pasar a un largo pasillo a derecha e izquierda en el que están las habitaciones. No es demasiado ancho. Suelo de moqueta color marrón clara quizá ya demasiado pisada. En las paredes, de maderas oscuras, se abren las puertas de las habitaciones, con algunas lámparas que iluminan indirecta y adecuadamente la zona. Elegantes carteles oscuros ovalados indican el número de la habitación sobre la puerta.
Tras ella, pesada y de madera, oscura entramos en un estrecho y corto pasillo recubierto por un papel pintado de color beige que imita tela. A la derecha varios interruptores de BTicino y una ranura para encender las luces del dormitorio, y un poco más adelante, la puerta grande, pesada y de madera del baño. A la izquierda, dos puertas de madera y cristal protegido con tela ocultan el armario. La puerta de la izquierda ofrece un colgador alto y una balda con mantas. Roza en la moqueta del suelo al abrir. La puerta de la derecha ofrece una cajonera, la caja fuerte, una bolsa de lencería y un lustrazapatos y un colgador corto. Todos las perchas son antirrobo y en ellas está grabada la inscripción "Hoteles La Toja".
Otra puerta de madera oscura con pomo de acero brillante nos deja en el dormitorio, aislándonos un poco más del pasillo. Detrás de la puerta, algo escondido, el display del aire acondicionado, con una tecla para distintas potencias y la posición automática y una rueda para indicar la temperatura deseada. Es eficaz, pero algo ruidoso.

A la izquierda hay una mesa de escritorio de madera llena de cosas: una bandeja de cortesía con una tetera, una máquina de Nespresso, una botella de agua que se ofrece al huésped, un bloc de notas con un bolígrafo, el teléfono, moderno y de diseño, la carta del servicio de habitaciones y una lámpara de pie de mesa con tulipa de color crudo. Debajo de la mesa hay varios enchufes disponibles para los aparatos electrónicos. Sobre la mesa hay un cuadro feo y alargado con un marco en similpiel. Arriba, tres puntos de luz iluminan sobradamente la zona. Bajo la mesa, una papelera metálica y una butaca entelada, cómoda (aunque no para trabajar) completan el conjunto.

La cama resulta impactante. Muy grande. Blanca con un edredón suave, seis almohadas de distintos grosores y tamaños y un plaid en tono verdoso con motivos florales cubriendo los pies de la misma. Toda ella aparece empotrada bajo un cabecero de capitoné en tela verde con tres puntos de luz sobre la misma. A cada lado, mesillas exentas de madera clara con patas oscuras, a juego con el escritorio. Ambas con un pequeño cajón. Sobre una de ellas un teléfono y sobre ambas lámparas de noche con pantallas en color crudo y dos brazos metálicos extensibles y direccionables para la lectura de libros. Además interruptores para apagar todas las luces, y enchufes, tras mover a un lado las mesillas, disponibles para los aparatos electrónicos.
El descanso se hace cómodo. El hotel es tranquilo, igual que sus alrededores. Si a eso le sumamos una excelente insonorización interior y exterior, la calma y el silencio son excepcionales.


Una puerta corredera de cristal con un pomo redondo metálico y un marco de madera oscura separa esta primera zona del baño del resto. Este segundo espacio es todavía más oscuro. En él encontramos el inodoro (sobre el que hay un teléfono), el bidé (con dos toallas pequeñas sobre él) y una gran bañera de hidromasaje. La bañera está protegida por una antihigiénica cortina como de tela. En su interior hay un calientatoallas en acero sobre el que se ofrecen dos enormes toallas de baño mullidas, aunque una de ellas está rasgada. Además hay dos albornoces en el armario y dos toallas de mano que cuelgan del lavabo. Todas ellas en blanco, mullidas y con los logos de la cadena. Dentro de la ducha, con la cortina cerrada todavía se acrecienta la falta de iluminación. La grifería, adecuada se remata en una ducha generosa con una potencia, caudal y temperatura envidiables.
Por la mañana salimos muy temprano. Demasiado. La recepción absolutamente calmada. El recepcionista rápidamente chequea nuestra cuenta, nos pregunta por el minibar y nos dice que está todo correcto, despidiéndose amablemente de nosotros hasta la próxima vez.
Calidad/precio:
Servicio: 7.5Ambiente: 7
Habitación: 8
Baño: 7
Estado de conservación: 7
Desayuno:
Valoración General: 8
