NH Palacio del Duero no es solo un hotel, es historia viva y palpable, es evolución respetuosa de edificios transformados en diseño y vanguardia. Vamos a recorrer siglos de historia solo dando unos pasos, situamos este lugar que conjuga memoria, arte y arquitectura, en Zamora próximo al río Duero y a las faldas de la impresionante Iglesia Románica de Santa María de la Horta se encuentra esta joya del diseño y la preservación.
La entrada es discreta y sin estridencias, no quiere robar ni un ápice de protagonismo, ni a la impresionante torre de la Vinícola, ni a la Iglesia Románica del siglo XII, un olivo centenario nos da la bienvenida y nos encaminamos por el pasillo de piedra rodeado por limpias zonas verdes.
Nos recibe el director del hotel Eduardo Peña para contarnos todos los secretos de lo que vamos a ver, un viaje en el tiempo que alberga 8 siglos de antigüedad.
Visita al NH Palacio del Duero
Nos recibe una recepción sólida y moderna que divide en dos partes el hotel, a la derecha están las 49 habitaciones que alberga, junto a una estupenda biblioteca donde disfrutar del placer de la lectura o si se prefiere trabajar, es sin duda una zona cómoda y agradable.Cabe destacar la colección de sillas de diseño que decoran algunas zonas, estas son la antesala del saber mezclar con maestría varias épocas, estilos y diseños en un mismo lugar.
Si encauzamos el camino de la izquierda observamos un corredor con una exposición fantástica de fotografías de Alberto García Alix, que muestra el abandono, el tiempo detenido pero sobre todo, el encanto de un lugar con solera, un espacio histórico, insólito y con mucho potencial; eso fue lo que vio el arquitecto Francisco Somoza cuando adquirió la antigua Vinícola, destilería que comenzó su oficio en 1948 y finalizó a mediados de los años 80.
Frente a la exposición de fotografías del artista Alberto Alix nos encontramos con el Restaurante denominado la Vinícola como no podía ser de otra manera, con unas vistas excepcionales, donde se advierte el ábside y la fachada norte (antes ocultas por edificaciones posteriores) de la iglesia románica descubiertas gracias a las obras efectuadas para su recuperación.
En las paredes de dicho comedor podemos disfrutar de los bocetos en cartón del reconocido escultor Francisco Leiro, todo un privilegio poder observar el proceso creativo o mejor dicho el nacimiento de varias de las impresionantes obras del escultor.
Las meninas a tu alcance en NH Palacio del Duero
Siendo una apasionada de Velazquez ver que Las Meninas tienen un papel protagonista en la decoración de este hotel, hizo que quedara realmente fascinada.La primera obra que te encuentras es la del artista leonés Félix de la Concha, la obra consta de 140 piezas pintadas al óleo, el artista ha reproducido de manera impecable e hiperrealista desde Pittsburgh esta obra universal, lo interesante es que para recrear esta maravilla, el pintor se ha valido de la tecnología, ha podido ser tan fiel gracias a las imágenes de alta resolución que se pueden visualizar en Internet, de América el mosaico viajó a Zamora y en el mismo hotel, fue retocando algunos detalles.
Lo curioso de estas Meninas es que poseen la parte perdida en el devastador incendio de Real Alcázar de Madrid, por tanto podemos ver el cuadro tal y como era la composición real en su tiempo. Actualmente la Infanta Margarita es el centro del cuadro, mientras que en el original, son los reyes los que verdaderamente quedaban situados en el corazón del cuadro.
A lo largo y ancho del hotel podremos disfrutar de 11 Meninas más, cada cual más original e interesante y es que los propietarios del hotel invitaron a 11 artistas urbanos para que reinterpretaran esta obra, el resultado son 11 grafitis verdaderamente brillantes.
A partir de esta zona en la que nos recibe la reproducción de las Meninas, podemos vislumbrar el diseño y la mezcla de épocas y estilos que caracteriza al NH Palacio del Duero, un disfrute para los amantes de la arquitectura y la pintura, en definitiva una apuesta por la belleza de las formas.
La historia del NH Palacio del Duero
Vamos a hablar un poquito de su historia y nos daremos cuenta de dónde estamos y por dónde caminamos, como bien nos dijo Eduardo Peña nos acogen 800 años de historia, este hotel se sitúa en los restos de lo que fue el Convento de la Orden de San Juan de Jerusalén construido en XIV, fue el centro neurálgico de la orden en Castilla, siendo la morada del Gran Prior, hasta el siglo XVI.Debido a la perdida de las Cruzadas y los Santos Lugares, el convento pasa a ser de las monjas de la misma orden, el convento paso a llamarse de las Comendadoras de San Juan de Jerusalén o de San Juan de la Horta.
Desde el siglo XVI las monjas habitan el convento hasta el siglo XIX, con la desamortización de Mendizabal tuvieron que abandonarlo, a partir de ese momento el olvido y la desatención recayeron en este lugar.
No fue hasta 1896 cuando Electra Zamorana se hizo con las edificaciones y el solar para consolidar en él la primera fábrica de luz de la provincia de Zamora, en esta época se construye la famosa torre que ahora forma parte del restaurante.
Estuvo en uso hasta principios del siglo XX, no se volvió a utilizar hasta 1948 que pasó a ser una destilería de alcohol, popularmente entre los zamoranos la llamábamos la Vinícola, en los años 80 se cesa la actividad y vuelve a caer en el desuso.
Después de toda apasionante historia que puebla estos muros viene la aventura de un equipo de soñadores, que decidieron embarcarse en un proyecto valiente y arriesgado, preservando y cuidando los restos que a lo largo de las años dejaron una huella plagada de especial encanto.
El arquitecto Francisco Somoza junto a Eduardo Peña, crean un proyecto en el cual se respeta y diría hasta se cincela cada parte del hotel, cada zona es memoria viva que perdura.
Seguro que te han llamado la atención detalles industriales que componen la estética y la decoración del lugar y es que piezas impresionantes de la antigua alcoholera o de la fabrica de luz conviven y se complementan con los espectaculares arcos de medio punto del convento hospitalario; una simbiosis perfecta de diseño y arte componen cada parte del hotel, haciendo que la historia y la filosofía que hay detrás de cada edificio se traslade: la tranquilidad y refugio que se ofrecía en el convento hospitalario, el sosiego y la gastronomía de las comendadoras, la vanguardia y la contemporaneidad de la fábrica de luz y la licorera, todo se engloba en un hotel que hace participe al que pasea por sus ambientes, no solo puedes alojarte, puedes visitar las obras artísticas que aloja, la exquisita arquitectura que ofrece y degustar delicias en el restaurante la Vinícola.
Bodega y salas con personalidad
Otra zona que me encantó por su carácter y su aire industrial fue la bodega, materiales como el cemento visto, el cristal y la madera crean un ambiente acogedor y funcional, justo en la zona donde antiguamente se situaban los tinos de la licorera, ahora se albergan delicias de Toro, Ribera de Duero, Rioja etc.Justo antes de llegar a ella me enamoró una pizarra enorme, lo genial es que la habían rescatado de un colegio en ruinas, me pareció una obra fabulosa con un simbolismo muy potente.
Creo que incluir el arte urbano en un entorno de estas características sin duda refuerza y enriquece, hace que los espacios tengan aún más personalidad si cabe.
Digno de destacar en el NH Palacio del Duero es la cantidad de salas y salones, en total 6, cada uno de ellos perfectos para eventos, bodas, congresos o centro de negocios, sin duda llama la atención la bóveda del refectorio pintada por Javier Vellés.
Merece la pena observar detenidamente dicho mural, además de plasmar los meses del año, en cada uno de los 12 paneles se refleja la luz de cada uno de los meses, representando así los equinoccios y solsticios, las fases de la luna... sin duda la astrología es uno de los detalles que conforman la obra.
El simbolismo de la naturaleza muerta representada en la bóveda, nos acerca al mundo de la gastronomía, vemos representadas viandas, delicias típicas o características de cada mes según la visión de Vellés, incluso hay un guiño legendario, para deleite del curioso, en la obra hay un anillo y un pez escondidos, aludiendo a la leyenda del Obispo San Atilano, menos mal que nos lo dijo Eduardo, sino hubiéramos tardado un buen rato en encontrarlos.
Se nos quedaron algunas partes en el tintero por visitar, pero estábamos tan a gusto hablando con Eduardo que la mañana se nos pasó volando, pero con este post de más de 50 imágenes, te puedes hacer a la idea de la belleza y la historia que alberga este Hotel tan fabuloso lleno de diseño, buen gusto y sobre todo amabilidad y buen hacer.
Mil gracias Eduardo por tu amabilidad y por toda la información tan bien transmitida, siempre es un placer visitar NH Palacio del Duero.