NH PRINCIPE DE VERGARA (****)
Príncipe de Vergara, 92
28006 Madrid
Telf: 915.632.695
Fax: 915.637.253
[email protected]
www.nh-hotels.com
Habitación: 701
Fecha de Entrada: 13/11/2009
Tarifa: 65€ (Sólo alojamiento)
En el barrio de Salamanca, en una de las calles con más nombre de Madrid y estrategicamente situado tanto para viajes de ocio como de negocio, este hotel añora los tiempos en que fue uno de los estandartes de la cadena. Hoy, necesitando una reforma lo antes posible ha pasado a convertirse en uno de los hoteles de poco servicio pero tampoco poco coste.
Resulta complejo parar el coche delante de la puerta sin riesgo de que algún conductor se nos lleve por delante en medio de esa transitada avenida. Tras subir con las maletas cinco o seis escalones accedemos a un amplio y bullicioso hall que cumple a la perfección con los criterios arquitectónicos y decorativos de la cadena. Al fondo un alargado mostrador de recepción en madera y mármol, y hasta él distintas zonas con butacas, sofás y sillas en los tonos típicos de NH: azules, rojos y alberos. A la derecha queda una cafetería, los ascensores y la escalera.
La atención en el mostrador es lenta. ¿Cuantos NHs llevamos ya en el equipaje y siguen pidiéndonos nuestros datos?. DNI, tarjeta de crédito. La "molestia" se nos pasa cuando el recepcionista nos indica que nos va a asignar una habitación superior. La cosa se vuelve a desinflar cuando llegados a la habitación descubrimos que lo de superior debe ser por estar situada en el último piso.
El trance de los ascensores tiene su encanto. Hay tres, y aparentemente enormes. Dos de ellos están en el piso 4 a nuestra llegada y allí siguen a nuestra salida. Un sólo ascensor para semejante hotel se hace claramente insuficiente y hemos de esperar dos viajes para poder entrar. Imagino que el ahorro de luz debe ser contundente y el director será premiado en algún workshop de la cadena por su ahorro de energía. Dentro, el elevador es amplio, luminoso y forrado de espejos. Varios anuncios del hotel, y la carta del restaurante. Al salir de él, nos hallamos en el típico pasillo de NH: moqueta azul, puertas de madera brillante con pomos de acero, algún sofá alargado y luminosidad indirecta y acogedora.
Tras la puerta se abre un pasillo hacia la izquierda con un suelo enmoquetado en color azul con una moqueta muy degradada, de apariencia áspera y que incluso ha cambiado de color (hacia un tono rosáceo) en la junta de la puerta del baño y de la puerta de entrada. En ese pasillo encontramos a la derecha la puerta del baño y a la izquierda un armario ropero de puertas correderas de espejo que necesitan revisar el sistema de rodamiento. El armario en su conjunto da la sensación de oscuro y angosto.
Otra puerta nos aisla un poco más del pasillo y nos introduce en el dormitorio. Paredes forradas en madera, suelo de tarima bastante inestable e incluso a tramos inclinada, suficiente espacio lleno de luz gracias a la ventana del fondo abierta a un gran patio de vecinos. A la derecha una mesa de centro de mármol con dos butacas azules y varios libros y revistas. A la izquierda un escritorio agradable y cómodo con enchufe para el portátil pero wifi de pago. Junto al escritorio hay un maletero y el minibar sobre el que se ha dispuesto una bonita televisión de plasma.
La cama se presenta en blanco. Sorprende que sólo esté vestida con la sábana y una colcha blanca habiendo llegado ya el frío a la capital. El colchón es correcto así como las almohadas y la lencería, aunque les sobra un punto de esa aspereza que le da la lavandería industrial. Aparece enmarcada en un cabecero de madera al que se le han colocado sendas mesillas de mármol con enchufes e interruptores para todas las luces y dos lámparas direccionables de lectura. En una de ellas se ofrece un jabón líquido en forma de gel transparente. En la otra una bandeja de cortesía para preparar café, te... Sobre una de las mesillas, en el techo, hay una trampilla practicable absolutamente sucia y fuera de lugar que nos avisa que por allí algún día se salió el agua. Quizá por eso también la madera del suelo presente arañazos y en algunos tramos se muestra demasiado reblandecida.
La insonorización hacia fuera resulta convincente gracias a la contraventana y a la poderosa persiana que ayuda a alcanzar la total oscuridad. El aire acondicionado que funciona a la perfección en cuanto a la temperatura se refiere, también permite que se pueda dormir con él encendido porque se activa adecuadamente con la función Auto sin apenas ruido. Lástima que las paredes sean casi de papel y a las 12 de la madrugada asistimos atónitos a la bronca telefónica de los huéspedes de la habitación contigua.
El baño también requiere una reforma. Sigue el estándar antiguo de la cadena. Mármol en tonos marrones claros, un inodoro, un videt, una larga encimera con el lavabo un gran espejo y una bañera con ducha. El paso del tiempo deja manchas y rastros de suciedad en las juntas del suelo, sobre la encimera, tras la puerta... La presión en el lavabo es escasa y su caudal todavía más. Imagino que la cuenta de ahorro de consumo en el hotel sigue creciendo. La ducha es desesperante: apenas cae agua y sin mover el grifo la temperatura pasa de temperatura gélida a calor abrasador en apenas segundos repitiendo el ciclo cada pocos segundos.
Las amenities propias de la casa con la marca Agua de la Tierra se presentan envueltas en sobres de papel plastificado de colores brillantes anaranjados y verdosos. La variedad es amplia: set dental, de afeitado, gel, champú, jabón y gorro de ducha. Las toallas son numerosas pero requieren de una renovación: demasiado ásperas han perdido su esponjosidad y consistencia.
Por la mañana en la salida en recepeción les da prácticamente igual nuestra marcha. Ni tan siquiera se despiden. Eso si, preguntan antes por si habíamos tomado algo del minibar, claro, no vaya a ser que dejen de facturar 1,70Euros de una botellita de agua.
Calidad/precio: 5
Servicio: 4.5
Habitación: 6.5
Baño: 4.5
Estado conservación: 4.5
Valoración General: 5