Marqués de Casa Riera 4
28014 Madrid
Habitación: 612
Fecha de entrada: 21/06/2016 Tarifa:
En el mismo corazón de Madrid. A un paso de la Gran Vía, tras el Círculo de Bellas Artes y en la confluencia de dos tranquilas y estrechas calles encontramos este edificio recientemente remodelado y convertido en un moderno y funcional NH. 15 plantas, en granito gris, serio y riguroso, como muchos edificios de la zona.
La entrada, cuesta arriba, bajo un altísimo pórtico nos obliga a superar dos puertas de cristal correderas y un puñado de escaleras antes de dejarnos a pie mismo del mostrador de recepción. El espacio es moderno, lo que contrasta con la seriedad del exterior, aunque algo justo de tamaño. De frente, un potente mostrador en forma de L y de color blanco brillante bellamente retroiluminado. A la derecha, allí mismo los dos ascensores que suben a las habitaciones. Techo de corcho con agujeritos y algunas luces ocultas azuladas; suelo de moqueta gris algo brillante y de textura filamentosa y paredes en blanco. A la izquierda se abre la barra del bar y una zona de estar con distintas configuraciones de sofás, sillas, butacas… en tonos agradables y modernos. Un poco más al fondo, y a ras de calle, sin visión desde la recepción, el comedor de desayunos. El mostrador tiene dos puestos de trabajo, uno en cada lado de la L. Nos atienden con simpatía y eficacia. Simplemente nos piden el número de DNI y una vez chequeado todo en el ordenador, nos entregan la llave de la habitación y la clave del wifi que es gratuito y funciona de manera veloz en todo el edificio. Los ascensores, metálicos, oscuros y muy modernos, con algunas fotografías de la terraza panorámica del hotel, suben rápidamente hacia la sexta planta. Al salir, aunque los pasillos son blancos, como las puertas de las habitaciones, y la moqueta del suelo de un gris claro, la sensación es un poco oscura. Los pasillos requiebran un poco intrincadamente, hasta que llegamos a una zona en la que grandes ventanas permiten el paso de la luz exterior. En esa zona encontramos nuestra habitación. Tras la pesada puerta, el espacio es amplio, luminoso y moderno. Paredes blancas luminosas y suelo de madera en lamas anchas de un marrón grisáceo. A la derecha se abre un armario sin puertas, con varias baldas, un largo colgador con perchas y una zona de maletero. Entre las baldas está el minibar, la caja fuerte y una bandeja con varios snacks. Todo ello iluminado en un blanco azulado. A la izquierda y tras una puerta blanca encontramos el inodoro. Y un paso más adelante, sin puerta, el resto del baño (una espectacular cabina de ducha de cristal y un moderno lavabo blanco). A continuación el dormitorio. La zona de dormir es generosamente grande. A la derecha hay unas baldas con un par de revistas y un juego de copas y vasos para el minibar. A continuación una mesa redonda de centro con dos sillas de plástico algo incómodas. Aunque allí mismo hay un aplique con varios enchufes disponibles, ni las sillas ni la mesa son las más cómodas para trabajar. Sobre la mesa, colgando de la pared, una televisión de plasma. Bajo ella una lámpara de suelo en tonos amarillentos. Junto a todo ello un espejo de cuerpo entero. Entre la mesa y las dos enormes ventanas que rematan la pared del fondo de la habitación hay un sofá, que puede convertirse en cama de una piel excesivamente plastificada, y una lámpara de pie. Las dos ventanas dan a la tranquila calle lateral e insonorizan estupendamente bien el espacio. Un visillo blanco y una cortina en tornos verdes, sin foscurit, no consiguen -ni por asomo- detener la luz del exterior en cuanto el cielo empieza a clarear. Tampoco hay persianas ni otros elementos que consigan amortiguar la luz. El aire acondicionado se maneja desde un complejísimo display. Funciona de manera bastante silenciosa, y muy efectiva. Pero al no saber manejarlo decidimos apagarlo al haber descendido demasiado la temperatura. La cama en blanco, con un suave nórdico ofrece un confortable colchón. A cada lado hay sendas mesillas redondas de madera blanca. En una el teléfono. En otra información sobre el hotel y un bloc de notas. Sobre ambas, enchufes disponibles y varios interruptores para apagar todas las luces menos la de pie que hay junto al sofá. El cabecero de la cama, en capitoné de piel color arena viene remarcado por una madera oscura y esta, con una impactante luz todo alrededor. A cada lado del cabecero sendas lámparas de lectura direccionables. Muy potentes. El baño, como hemos dicho, queda abierto a la habitación. Por un lado, un moderno lavabo blanco de escasa profundidad de pila. A su alrededor queda una mínima encimera en la que se ofrecen las amenities, algo escasas, propias de la cadena: gel, champú, leche hidratante y una pastilla de jabón. Dos vasos, dos toallas y un espejo alto embutido en una pared de pizarra. Bajo el lavabo en una repisa metálica encontramos las dos toallas de bañera, grandes, limpias y nuevas. Una puerta corredera de cristal nos introduce en la ducha. Suelo agradable en color blanco, pared de pizarra y grifería moderna. Una enorme alcachofa de efecto ducha hace las delicias de este momento de la mañana: caudal, presión y temperatura impresionantes. Por la mañana el desayuno se sirve en un salón a pie de calle. Alrededor de una barra, como de bar, atendida por una camarera se ofrece un variado surtido. Platos calientes (huevos revueltos, tortillas, bacon... algunos platos que se pueden pedir para cocinar "al momento"), zumos, fiambres, quesos, jamones, mermeladas, bollería recién hecha, pan, churros y porras con chocolate... El café que es servido a la mesa resulta correcto. En el mostrador de salida, todo simpatía. Pregunta rápida por el minibar y por si hemos descansado a gusto. Y como tenemos prisa, nos vamos. Calidad/precio: Servicio: 8.5
Ambiente: 8
Habitación: 8
Baño: 9
Estado de conservación: 9.5
Desayuno: 8.5
Valoración General: 9