Revista En Femenino

Ni de aquí, ni de allí

Por Lai Pv @laicapi

Más de 10 años llevo viviendo fuera. Casi un tercio de mi vida. y cuando lo digo así, se me pone la piel de gallina. Es una sensación extraña. Nunca me imaginé que iba a estar diciendo algo así. Cada expatriación se vive de forma diferente, estoy segura y además es lo normal. Cada una se produce por motivos diferentes, en países diferentes, y por periodos más o menos largos, también dependiendo del caso. Algunas son excelentes, otras malas, y todas las demás están entre estos dos adjetivos.

Yo no he escondido nunca que la mía no ha sido fácil para mi, especialmente al principio, pero hoy no vamos a hablar de eso. Creo que gracias en parte al montón de veces que he escrito sobre ello, ya me he reconciliado con ese sentimiento. Hay cosas de Santiago que no me gustan y no me gustarán nunca, pero la ciudad y yo tenemos un pacto amistoso, y convivimos mucho mejor que antes. Pero ese tampoco es el tema.

¿Alguna vez te has ido de vacaciones y al volver habían hecho alguna obra cerca de tu casa, en tu barrio, o en algún lugar emblemático? O te ha pasado que vuelves de un viaje y uno de tus amigos ha anunciado embarazo y boda, sin estar tu presente? ¿Uno se siente un poco fuera no? Porque algo ha cambiado en el entorno conocido mientras tu no estabas, no te has enterado como se han enterado los demás. Estas son las cosas que pasan continuamente cuando vives lejos de la que siempre fue tu casa.

Ni de aquí, ni de allí

Sesión de fotos con Paula Pellicer

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Cosas del que vive fuera…

Hay cosas que me pasan cada vez que voy, y más cuanto más tiempo pasa…

  1. Cuando voy, siempre hay una parte de la ciudad cambiada. Siempre ha habido algo nuevo: unas obras, un edificio, un cambio en el transporte público, aceras con dibujos nuevos (como las de la Diagonal), tiendas que se ponen de moda y están por todas partes cuando yo ni las conozco. Y cuando lo comento, siempre me contestan “ui eso hace mucho tiempo que está” Y yo pienso…pero si hace un año que vine y no estaba…eso mucho tiempo no es…
  2. Tengo muchos amigos que viven o han vivido fuera de Barcelona, o de España. algunos llevan menos tiempo que yo, otros mucho más. Algunos quieren volver o han vuelto ya, otros no piensan en volver nunca. La mayoría, quiera volver o no, cuando se habla del tema, te dicen que van poco a Barcelona. Si ya llevan años fuera te dicen que ya no vienen tanto como antes, por distintos motivos…Cuando les preguntas cada cuanto van de visita…te dicen que unas 4 veces al año, en promedio…Ahí siempre me queda claro que yo “juego en otra liga”. Yo voy una vez al año…cuando puedo, y eso sí me parece poco
  3. Te sientes muy fuera de lugar cuando se trata de escoger un sitio donde ir a comer, a cenar o para quedar con niños. No tienes ni idea de lo que está de moda, de los sitios que están bien, de nada de nada. Eres extranjero en la que era tu casa. Doy gracias a internet por informarme tan bien de estas cosas, eso sí.
  4. Eres feliz sólo con caminar por una calle cualquiera, o de ver un lugar por donde pasabas siempre cuando vivías ahí. Visitar el barrio que visitabas, ir en el bus que ibas, comprar en el mercado que comprabas. Cosas totalmente normales del día a día que ahora te ponen melancólica pero feliz. Vamos, que uno se vuelve un poco pastel.
    Ni de aquí, ni de allí
  5. Si te paras a pensarlo, repites unas 30 veces lo mismo. Cada persona con la que quedas te pregunta cómo estás, como va todo, etc…y el día anterior te preguntó el amigo del cole, mañana te preguntará un primo, y pasado alguien de la uni. Me he acostumbrado a ir contando la misma versión de manera distinta, para no aburrirme de mi propia historia. Lo peor es que los últimos con los que quedas, más vale que tengan otro tema de conversación, porque a esas alturas ya estás tan aburrida de contar lo mismo que contestas con un ” todo bien” y cambias seguro de tema. Cada viaje suele haber un tema. Por ejemplo, el tema de estas vacaciones ha sido “lo caro que está Chile” y si no lo he dicho 50 veces, no lo he dicho ninguna. No sabéis lo que agradezco esas quedadas con amigos con los que mantengo contacto durante el año, en las que se habla de cualquier cosa, de cualquiera, no del hecho que yo viva en la otra punta del mundo. Porque esa es otra, es tan difícil ver cómo las relaciones cambian con el tiempo, como hay amigos con los que no se pierde el cariño, pero quizá sí el feeling, como que si no vives allí las cosas no son iguales cuando los ves. Por suerte, no pasa con todos, y con algunos verlos es como si los hubieras visto el día anterior. 
    Ni de aquí, ni de allí

    Distancia Barcelona-Santiago De Chile

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  6. Siempre que voy, y aun cuando me llaman exagerada, suelo programar algunas quedadas con muuucha anticipación. He descubierto que es la mejor manera de ver a la máxima cantidad de gente, sin ir estresada todo el día ni tener que hacer encaje de bolillos. Desde que me acompañan las niñas, a menos que se trate de visitas familiares, he aprendido a quedar solo con una persona (o grupo) por día. Así vamos más tranquilos, que al fin y al cabo son nuestras vacaciones. Pero pasa SIEMPRE que todos te preguntan “¿qué otro día quedamos?” Suelo ir 15 días máximo, y mínimo hay unas 25-30 personas que quiero ver si o si. Es casi imposible quedar más de un día, aunque lo hago con más de una persona…siempre que pueda planificarme antes, o la persona tenga mucha flexibilidad. Y siempre me quedo sin ver a más de uno. Si no queda fijado antes de llegar, los días me vuelan…y se hace cada vez más difícil. Mis sinceros agradecimientos a los que ya se han acostumbrado a agendar varios días desde antes y así evitarme el encaje de bolillos. Aun así, los últimos dos días suelen ser los días de las micro visitas con montones de personas distintas.
  7. Puedo llevar las maletas más vacías que nunca, incluso una dentro de otra, que a la vuelta me costará cerrarlas y mantenerlas en el peso permitido.
  8. Te vuelves loca en el supermercado queriendo comprar todo lo que llevas meses queriendo comer (y en mi caso, pasaría (o paso de hecho) por una panadería tres veces al día), pero con los años aprendes a controlarte, porque en cada casa que visites te darán doble ración de una comida que te gusta…y vas a terminar empachado seguro. 100% seguro. Y con ganas de ir al súper a comprar solo lechuga…
    Ni de aquí, ni de allí
  9. Como decía al principio, te sientes completamente fuera cuando en una quedada en grupo te das cuenta de la cantidad de temas y conversaciones que te has perdido. En los últimos años, entre un viaje y otro los amigos he tenido amigos que se han casado, bebés nuevos que conocer, amigos que se han separado, cambios de casa o país…y ahí si sientes que en un año pasan tantas y tantas cosas, de las que tú no formas parte. Darse cuenta de la cantidad de cosas que te pierdes de la vida de las personas que quieres, duele. Pero “c’est la vie”, no hay mucho que puedas hacer para evitarlo, más que mantener el contacto a distancia con quienes puedas y siempre que puedas.
  10. Te descubres haciéndole fotos a las cosas más turísticas del mundo, como si no te fueras a acordar que, por ejemplo, existe la sagrada familia. O miras embobada las Fonts de Montjuic, como si fuera la primera vez. Ir a un partido del Barca ya es lo máximo. Si hasta me he planteado subirme al teleférico…y lo de hacer fotos en cada quedada, antes era para mi imprescindible…ahora ya se me ha pasado un poco. 
    Ni de aquí, ni de allí
  11. Te sientes más sentimental que de costumbre, con ganas de ir achuchando a todo el mundo de las ganas que tienes de verlos, y eso que yo soy de poco abrazo. Más de uno no va a entender a que viene tanto abrazo y tanto sentimentalismo, más conociéndome como soy!
  12. Descubres que los aeropuertos son tanta fuente de alegría como de nostalgia y pena. Llegar te hará sonreír, aunque lleves muchas escalas u horas de vuelo, aunque estés cansada y sin duchar. Será pisar el suelo, y todo va a dar igual. Vas a sonréir igual. Y cuando vuelvas al aeropuerto tendrás esa sensación de gusto a poco, de no querer irte, de tener cosas pendientes, de pensar que no sabes cuántos meses pasaran hasta que puedas volver ahí de nuevo. Esas ganas de “despistarte” y perder el vuelo…

Vivir fuera no siempre es fácil. Es una gran experiencia, que te permite crecer en muchos sentidos, pero no es siempre un camino de rosas. Algunos te dirán que tiene que ser maravilloso, y a veces lo es (aunque muchos que lo dicen no han vivido nunca lejos de casa), algunos nunca entenderán porqué te fuiste, algunos lo verán fácil y otros te reconocerán que no podrían hacerlo. Opiniones se reciben muchas, como contaba mi compañera de Pequeños Pinceles hace un tiempo (ella y yo que nos encontramos casualmente por la calle cada vez que piso Barcelona…). Cada historia de expatriación es diferente. Si no lo has vivido, probablemente no sabes que no es fácil. Aunque tu nuevo país te encante, aunque aprendas montones de cosas nuevas y tengas nuevas oportunidades, aunque sea una experiencia increíble, no es fácil.

Ni de aquí, ni de allí

De aquí y de allí

Reconozco parte de verdad en que, además, cuando llevas tiempo fuera no eres “ni de aquí ni de allí”. Pero en esta ocasión, y después de sentirlo así en este viaje, te das cuenta que no es que “no seas de ninguna parte” sino que eres de ambas a la vez. Porque llevo 10 años viviendo lejos pero..

  1. Barcelona siempre será Barcelona. Con edificios o lineas de bus nuevas, barrios más o menos verdes, pero siempre será Barcelona, y me sabré las calles y los barrios. Siempre podré orientarme sin necesitar un mapa.
  2. Porque te das cuenta que a pesar de vivir lejos mantienes el contacto con aquellos que más te importan. Aunque un whatsapp parezca frío, aunque te saludes tres veces al año, aunque no sea lo mismo asistir a una boda que hablar con la novia por skype minutos antes de casarse, aunque no sea lo mismo conocer a un bebé por foto que estar; eres capaz de ponerte al día con la gente que aprecias, con aquellos que echas de menos. Nunca será lo mismo que tenerlos delante, pero no se pierden los lazos si ambas partes se esfuerzan. Puedes ser parte de su vida, si quieres. En una de las comidas de este viaje, quedé con dos amigos con los que había trabajado. Ellos nos se habían visto desde hacía años, de hecho me habían visto a mi más recientemente que entre ellos. Uno de ellos me decía precisamente que cada vez que yo iba de visita, gracias a mi se reencontraba con alguien que hacía tiempo que no veía. A veces la distancia no la hacen los km…
    Ni de aquí, ni de allí
  3. Porque te das cuenta que el que es amigo de mucho tiempo, aquel que te conoce bien, aquel con en el que hay confianza, pasados los 5 minutos de las preguntas de rigor, ya te está hablando como si vivieras ahí, como si no hubiera pasado el tiempo. Y pasa lo mismo entre los hijos de mis amigos y las pequeñas terremoto. Puede que se vean un día cada año y medio, pero lo estrujan, lo aprovechan y lo disfrutan, y lo recuerdan cuando llega la siguiente visita. Mi hija mayor, a la vuelta, siempre les cuenta a sus compañeros de colegio que estuvo con sus amigos de Barcelona, y nombra uno a uno a todos los hijos de mis amigos.
  4. Porque los olores, los sabores, el idioma, eso siempre te hará sentir en casa. Porque uno se siente feliz de estar ahí, aunque te sientas extraño por momentos.

Ni de aquí, ni de allí

Y además de todo eso, vuelvo y llega un nuevo momento de reencuentros, para las niñas y para mi, de contar el viaje a los amigos de aquí, de volver al día a día, a esos paisajes conocidos, a una ciudad que ya conoces. De rutinas, de un hogar que también es tu hogar. De unas costumbres que ya forman parte de ti. Y, te guste más o te guste menos, vuelves también a casa.

Creo que vivir lejos, a pesar de todo, te regala unos momentos que vale la pena aprovechar. Te da la oportunidad de enamorarte de tu ciudad de nuevo en cada visita. Te deleita con sabores que parecen nuevos del tiempo que llevas sin probarlos. Te regala momentos con la gente que aprecias que se disfrutan mucho más que en el día a día, porque sabes que son escasos. Pase el tiempo que pase, Barcelona és casa meva.

Ni de aquí, ni de allí


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