Aquel viejo partido rejuvenecido que alcanzó el poder en 1982 no parece tener ni diez justos entre sus 193.989 militantes, pues ha tenido que traerse una diputada tránsfuga de UPyD, Irene Lozano, para encargarle que lo regenere de “la corrupción siciliana” que ella denunciaba.
Ni diez justos encontró Abraham en Sodoma para evitar la destrucción que Yahvé le anunciaba por sus horribles pecados.
De los habitantes de la ciudad sólo se salvaron Lot y parte de su familia. Su mujer, además, quedó ciega por mirar atrás para ver como caía fuego y muerte desde el cielo.
El PSOE no tiene diez justos, ni siquiera un Lot, aunque con menos de 200.000 militantes se ha quedado muy corto desde los 700.000 que declaraba tener en la era dorada de Felipe González.
Sólo un partido desorientado y perdido puede integrar a un enemigo arribista en sus filas. Le pasó al mismo González cuando fichó al juez Baltasar Garzón en 1993 para dirigir otra regeneración.
Ahora es Lozano, periodista y escritora feminista de 44 años, cuyas denuncias contra la corrupción del PSOE desde las filas de UPyD, con la que fue diputada desde finales de 2011, fueron gravísimas.
Llamaba mafiosos a sus nuevos compañeros: decía que el PP estaba en Suiza y los socialistas en Sicilia. Y no pide perdón por sus agravios.
Dura de carácter y ambiciosa, le llamó traidor y usó otros epítetos injuriosos contra el catedrático Francisco Sosa Wagner, eurodiputado de UPyD, por proponer una alianza electoral entre su partido y Ciudadanos.
Este último verano compitió para ser el relevo de Rosa Díez, pero perdió, y ahora la han llamado para regenerar Sicilia, donde no hay ni diez justos: como Garzón, deberá arder en la quema de Sodoma.
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SALAS