Lagoa do Fogo, São Miguel - Azores. 14 agosto '19
En mi viaje a las Azores sentí esa añoranza más que nunca. La vista clavada en el no-final de sus paisajes me hacía anhelar unos ojos concretos que vieran lo que yo. Que no se perdieran la inmensidad de ese cielo, distinto a este también, y que alcanzaran mi mano para verlo todo. Sentí esa saudade en cada kilómetro recorrido. Pura melancolía, nostalgia aumentada a mi habitual. Unas ganas locas de llorar, de no querer irme pero, a la vez, echar de menos algo que no estaba. Algo que no estaría desde el momento en que me fuera.
¿Cómo podía echar de menos algo nuevo para mí? Lo que sentía era una angustia por no poder llevarlo conmigo, por no poder guardar todo aquel sentimiento en la maleta. ¿Cómo se dice esto que no perdura? Que decía Roberto Bolaño, afirmando que ni el paraíso perduraba. Y ya se preguntaba Ben Clark en La Fiera. "¿Cómo se dice esto que nos falta, / ahora mismo, / mañana, esto que falta y siempre falta / un día antes, en otro sitio, en otra / habitación.” ¿Cómo se le llama a eso, Ben?Anhelamos primeros momentos. Volver a leer un libro por primera vez, ¡eso no se repite! La emoción de no dejar el lápiz, de cazar las mejores frases al paso de tus ojos, al primer paso de tus ojos, las lágrimas por el descubrimiento, el no querer que termine. Quizá por eso el nombre del club, para tener siempre presente la añoranza de la primera vez. Porque también se echa de menos lo ya leído, porque releer no es lo mismo. Porque, ya lo afirmaba Sara Herrera Peralta, “… en la vida, / como en la guerra, / no hay nada que dé más miedo / que aquello que ya no vuelve.” Nos debe dar miedo esa añoranza. Es una pérdida, una despedida para siempre, un anhelo, una morriña. Saudade.Logo: Xavi Riba.