Toby Valderrama.
La oligarquía no desdeña ninguna forma de lucha, no tiene escrúpulos, no desestima maldad, de ella se puede esperar todo lo malo, es maestra de la infamia, los peores oprobios pueblan el prontuario de las clases dominantes en la lucha por el poder, desde aquella lejana crucifixión hasta el holocausto atómico.
La Patria se enfrenta a la oligarquía internacional, ya los voceros del gobierno denuncian la entrada de mercenarios, estos no vinieron a rezar. Las señales del camino violento son claras: la oligarquía cada día construye un gobierno paralelo, tienen un gabinete en el closet, hasta hablan de un General, Ministro de la Defensa. Ahora capriles actúa como su propio CNE, desestima al Poder Electoral, firma un autocompromiso de respeto a los resultados. A nadie se le había ocurrido este desaguisado, él se compromete con él mismo a respetar los resultados. Con esta cabriola se constituye en su propio CNE. Razones sobran para la alerta.
La amenaza de golpe, de acciones paraconstitucionales, crecen con el paso de las horas. Sin embargo, la emboscada golpista no es el único peligro que nos acecha, ni es el mayor riesgo. Paralelamente al desarrollo de la estrategia golpista trabajan en un pacto, lo disfrazan con el eufemismo de conciliación nacional, es la emboscada reformista.
La artimaña no es nueva, la aplicaron el 23 de enero del 58 y les dio buen resultado. De allí emergieron cincuenta años de tinieblas del pacto de punto fijo. Cuando había una posibilidad revolucionaria plantearon la conciliación nacional, la unidad sin principios, los revolucionarios cayeron en la trampa y con la excusa (esto es muy importante) de detener el golpe de la ultraderecha, sucumbieron en los brazos de la socialdemocracia.
Ahora vivimos situación similar, amenazas de golpe y simultáneamente ofrecen conciliación. Por allí aparecieron una suerte de sacerdotes de esa nueva religión en que se han transformado las encuestas, y dictaminan, como si una orden de los cielos fuese, que el próximo gobierno debe conciliar, lo mismo sentencia fedecamaras. Las amenazas de conciliación corren parejas con las amenazas de golpe. Una posibilidad potencia a la otra.
La conciliación se ofrece como remedio al golpe y al mismo tiempo debilita de tal forma al gobierno que estimula la salida golpista.
Es un cepo oligarca de fino tejido en el que queda atrapada la posibilidad socialista. La posición de los revolucionarios tiene que ser la única capaz de salvar a la Revolución : profundizar el Socialismo y desechar las ilusiones de
convivencia con quienes nos desprecian. Prepararnos para repeler su violencia, para disuadirlos de la única manera que esto es posible: convencerlos con hechos que la aventura no es rentable para ellos, que les saldrá muy cara, en ella se empantanarán, se les rebelará el país y el Continente. Es necesario ganar las elecciones con una mayoría clara, ese es el primer paso hacia la defensa de la Patria , de la Revolución , de
la Paz.
¡Ni conciliación ni golpe, avanzar con Maduro!