Publicado por Álvaro Saval
El sentido común, la mayoría social, el cambio, la alternativa son una serie de eufemismos que han convertido la política en mercado, en espectáculo decadente. La cuestión no es un debate abstracto sobre la ideología o un debate concreto sobre medidas, la cuestión es conseguir una masa de gente. La política está detrás de todo, de cómo será tu escuela y de en qué condiciones morirás. De todas las cosas que pasen en medio. Pero claro, en esta reivindicación mundial de la autoayuda como pilar fundamental de la vida humana corremos el riesgo de creernos que no necesitamos sociedad, clase social o colectivización de nuestras reivindicaciones.
"La lucha de clases sigue existiendo; pero va ganando la mía"Warren Buffett
Se puede negar ese conflicto de intereses, de hecho podemos ensalzar socialmente (y lo hacemos) empresas que hacen EREs ilegales. Pero igual que repetir algo no lo convierte en verdad, no nombrarlo no hace que desaparezca. La idea de trabajadores (sobre todo trabajadoras) pobres, tan consolidada en nuestra sociedad, es el triunfo al que hace mención Buffett. Trabajar por poco, por muy poco, por nada en última instancia. Para que ellos ganen un poquito más, todavía un poquito más.
Digo esto porque esa gran victoria del dinero, del poder económico es lo que hace que hayamos perdido como eje de referencia el izquierda-derecha. Leer que el PP es centro, Ciudadanos centro-izquierda, PSOE izquierda y Podemos extrema izquierda radical es la prueba inequívoca de que algo (casi todo) falla en el sistema. Más allá de la perversión del lenguaje, de los ataques entre partidos y de los aplausos de las masas coléricas. Más allá de esa sensación de que hay unas personas gobernando capaces de vitorear a su líder e insultar al contrario como si se tratase de una pelea entre niños de 6 años. Más allá de todo eso, queda el hecho de una sociedad idiotizada que no quiere entrar a valorar qué modelo económico quiere o cómo quiere acceder a la vivienda, al crédito o, a este paso, a la sanidad. Aceptamos como mantra fundamental y prácticamente único lo de "o nosotros o el caos". Renunciamos a cualquier análisis crítico de lo que se dice, todo pasa a ser producto de tertulia televisiva "x es muy guapo", "y habla muy bien" o "z no transmite con su posición corporal". Se habla de las corbatas, las no corbatas, los tics, los gestos y una caterva de todólogos nos ilustra sobre cualquier chorrada que consideran importante en el espectáculo televisivo que es la política hoy. O en lo que la han intentado convertir. En un jodido reality. Como si izquierda y derecha fueran dos tronistas esperando pretendientes. Pretendientes que deben buscar el apoyo del público para continuar en el programa sin que les importe mucho si se acaban quedando con izquierda, derecha o el extremo centro. Nadie ha venido a encontrar, proponer principios o ideas, han venido a seducir a la gente.
Yo reivindico que hay que hablar de política, discutir y estar firme contra la oposición. Es más entretenido ver la tele, no lo niego. Pero en unos años quizá no podamos ni entretenernos.
(El gráfico es muy analizable)