Revista Cultura y Ocio

Ni miedo ni impotencia

Publicado el 31 enero 2011 por Peterpank @castguer

¿Qué podemos hacer en bien del mundo mientras vivimos?
Muchos hombres y mujeres desearían servir a la Humanidad, pero están perplejos y su poder parece infinitesimal.  La desesperación se apodera de ellos; los que tienen las pasiones más fuertes sufren más por el sentido de su impotencia y están más propensos a la ruina espiritual por falta de esperanza.

En tanto que creamos solamente en el inmediato futuro, no es mucho lo que podemos hacer.  Es probablemente imposible para nosotros terminar con la guerra.  No podemos destruir el excesivo poder del Estado o de la propiedad privada.  No podemos, en estos momentos y entre nosotros, llevar una nueva vida a la educación.  En estas materias, aunque podemos ver el mal, no podemos curarle por entero por medio de ninguno de los métodos políticos ordinarios.  Debemos reconocer que el mundo está gobernado con un espíritu erróneo y que un cambio de espíritu no puede venir de un día a otro.  Debemos poner nuestras esperanzas en el mañana, tiempo en que lo que se piensa hoy por unos pocos sea el pensamiento común de muchos.  Si tenemos valor y paciencia podemos pensar los pensamientos y sentir las esperanzas por que, más pronto o más tarde, serán inspirados los hombres, y la debilidad y el desaliento se convertirán en energía y ardor.  Por esta razón, lo primero que debemos hacer es ser claros en nuestras propias mentes en cuanto a la clase de vida que creemos buena y a la clase del cambio que deseamos en el mundo.

El último Poder de aquellos cuyo pensamiento es vital resulta mucho mayor de lo que parece a los hombres que sufren de la irracionalidad de la política contemporánea.  La tolerancia religiosa fue en un tiempo la especulación solitaria de unos pocos filósofos intrépidos.  La democracia, como teoría, llevó una gran cantidad de hombres al ejército de Cromwell, quienes después de la restauración, la llevaron a América, donde dio sus frutos en la guerra de la independencia.  Desde América, Lafayette y otros franceses que estuvieron combatiendo al lado de Washington i trajeron la teoría de la democracia a Francia, donde se unió a las enseñanzas de Rousseau e inspiró la revolución.  El socialismo, sea lo que sea lo que pensemos de sus méritos, es un Poder grande y creciente que está transformando la vida política y económica, y el socialismo debe su origen a un número muy pequeño de teorizantes aislados.  El movimiento contra la sujeción de la mujer, que se ha hecho irresistible y no está lejos de un completo triunfo, empezó por el mismo camino, con unos pocos idealistas impracticables – Mary Wollstonecraft, Shelley, John Stuart Mill.  El Poder del pensamiento en el largo transcurso es mayor que ningún otro Poder humano.  Los que tienen la facultad de pensar y la imaginación para pensar de acuerdo con las necesidades de los hombres realizarán quizá, más pronto o más tarde, el bien a que aspiran, aunque no probablemente mientras vivan todavía.

Pero los que quieren ganar el mundo por el pensamiento deben resignarse a perderle como sostén en el presente.  La mayor parte de los hombres van a través de -la vida sin inquirir mucho, aceptando las creencias y las prácticas corrientes que encuentran, sintiendo que el mundo será su aliado si no se ponen en oposición con él.  Un nuevo pensamiento sobre el mundo es incompatible con esta confortable aquiescencia; requiere cierto destacamento intelectual, cierta energía solitaria, un Poder de dominar interiormente el mundo y los modos de apreciar que el mundo engendra.  Sin una voluntad para estar solitario no se puede realizar un nuevo pensamiento.  Y no se realizara para ningún propósito si la soledad va acompañada del alejamiento o si el destacamento intelectual lleva al desprecio.  Es a causa de que el estado mental requerido es sutil y difícil, porque es duro estar destacado intelectualmente y no alejado, por lo que el pensamiento sobre las cosas humanas no es común y los más de los teorizantes son o convencionales o estériles.  La clase recta de pensamiento es rara y difícil, pero no es impotente.  No es el temor a la impotencia lo que nos puede apartar del pensamiento, si tenemos el deseo de traer al mundo una nueva esperanza.

De “Principios de reconstrucción social” de BERTRAND RUSSELL


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