Juro por el soplo de los vientos impetuosos, Por las nubes que conducen la lluvia, Por los navíos que cortan las olas
Así empieza una maravillosa sura del Corán y con ella en la tecla quiero iniciar un juramento más baladí. Juro por el soplo de los vientos que a día de hoy, martes de San Rigoberto de Reims, no he visto el partido del Málaga. Ni en directo, no llega el peiperviu para mi menester de aficionado, ni en diferido. Ni siquiera los resúmenes.
Dejadez de columnista apoltronado, enjuiciarán. Nada más lejos de la realidad. Sólo que decidí cruzarme (iluso de mí) con el encuentro de El Molinón a vuelapluma, en este o aquel canal. Así, zapeando por casualidad. Nada. No he conseguido cazar al vuelo de mi mando ni una sola imagen, ni un solo comentario, ni un mal análisis entre las noticias de la pelvis de Kaká y el Dakar patagónico.
Y eso que era el día adecuado. El domingo de marras, 2 de enero, apenas jugaban 6 equipos sus tres partidos de quiniela, y un cuarto que llegaba a deshora para poco regocijo de La Sexta, un Valencia-Espanyol que los comentaristas narraron por obligación contractual. Pues ni por esas. Después de ver el largometraje del sofoco culé contra el Levante, nos embucharon una merienda de pan con nocilla, un extenso resumen del Athletic-Depor que bien pudiera parecer la final de la Champions. Y no dudo de que, finalmente y a deshora, acabasen sirviendo una de Molinón Boquerón, pero fíjese usted que ya, un poco sacado de quicio, me perdí en la tela de araña de la parrilla dominical.
De modo que, en verdad, puedo jurar por ese soplo de los vientos impetuosos, que aún no he visto los goles de la tan anhelada victoria malaguista, negándome, como me niego, a descargarme el resumen del partido (de minuto y medio) que Marca o As ofrecen a la plebe desde sus webs. Del cual, por cierto, los primeros veinte segundos son publicidad de Gillette (con el siempre bien afeitado Xabi Alonso). De modo que he de conformarme con las pinceladas que buenos samaritanos como don José “corazón boquerón” Villa, creador de este blog me dieron del partido. Y a fe que me lo imagino.
Mientras cincelaba en mi cabeza ese partido de nervios y necesidades a través de la siempre emocionante página 202 del Teletexto de TVE, recordaba una vieja historia que siempre me ha fascinado. En la histórica batalla de Waterloo, entre británicos y prusianos contra los franceses de Napoleón, ya la batalla escrita a favor de los primeros, un general inglés solicitó a su homólogo francés la rendición, a la que respondió el segundo con la respuesta que le hizo inmortal: “Merde! La Garde meurt, elle ne se rend pas!” (¡Mierda! ¡La Guardia muere, no se rinde!). ¿A qué viene semejante comidilla histórica? A que es más que probable que el pasado domingo en la batalla de El Molinón muchos de los componentes de la Vieja Guardia malaguista jugaron su último partido, y lo hicieron como caballeros con galones, honorable esfuerzo para quien sabe que ha sido empujado de las trincheras a morir con las botas puestas pues la tropa de refuerzo, mejor armada y sin desgaste, ya llega por la retaguardia.
Sirva para ellos el reconomiento de que, al menos, no se rindieron ni con la bayoneta del enemigo en la nuca.
Por lo demás, ya lo dije el otro día, lo más expansivo del Málaga, C.F. esta semana sigue siendo el tal Marcelo de Gran Hermano, “malaguita” para los amigos, que día sí día también aparece por el “confesionario” con su camiseta firmada del equipo boquerón. Por cierto, que el muchacho está nominado para abandonar la casa el próximo jueves y tiene toda la pinta de que el chaval se va a presentar en el plató de la Milá ataviado con la zamarra blanquiazul. Quiero ver la cara culé de la Merche al verlo llegar de tal guisa. Seguramente, perdone el jeque nuestras ofensas, será la mejor publicidad que pueda tener el Málaga, C.F. en la semana que entra. O ni por esas.
Cosas de la audiencia.