Mientras el ínclito camorrista y provocador ministro de los ricos, Wert, sigue insistiendo en la necesidad de que las becas en la Universidad se den sólo a los que obtienen un 6,5, sabemos que de terminar así, con ese corte, habría 350.000 estudiantes que no podrían obtener becas a pesar de haber aprobado y por lo tanto tendrían que dejar los estudios universitarios.
Y es que este ministro tramposo nos toma por gilipollas. Tratando de hablar de excelencia lo que está haciendo es que los estudiantes con menos recursos, los más pobres, aunque aprueben, si su nota media no llega al 6,5 se quedaran compuestos y sin becas. Porque no es una cuestión de excelencia, es simple y llanamente una cuestión de mantener a los estudiantes más desfavorecidos lejos de la Universidad.
La cosa está más clara que el caldo de un asilo. Si un estudiante con recursos saca un 5 de media, o sea en todas las asignaturas, no tendría problemas para pasar de curso, bastaría que pagara y seguiría sin problemas. Y en caso de suspender siempre tendría la posibilidad de marcharse a una Universidad privada, donde son más generosos con las calificaciones y donde lo interesante es hacer negocio por encima de todo.
Así de fácil, este filtro provocador en las becas no es sino un afán crear una grave discriminación por cuestiones económicas, de dejar que sólo estudien los pobres muy listos y los ricos. Porque no es una cuestión de excelencia, para ello hay otros premios muy importantes, además de las becas, como son las matrículas gratuitas o los premios extraordinarios de fin de carrera.
Así es que no nos vengan con cuentos. El estudiante pobre ya tiene graves problemas para pagar la matrícula –muchos de ellos han de trabajar para poder hacerlo--, cuyo coste se ha triplicado, como para que también se le exija un mínimo muy por encima del aprobado. ¡Basta! Que nadie tenga dudas, esta medida es ideológica y sectaria.
Para demostrarlo basta con ver cómo ‘grandes políticos’, de haber necesitado becas en estos tiempos, no habrían podido estudiar si hubieran pertenecido a familias humildes. Y sin embargo, ahí están.
Me refiero, por ejemplo, a Mariano Rajoy, cuyas notas que hoy he descubierto en Twitter, le dejan con una media de 5,1 (es verdad que unos años antes de iniciar la Universidad) y como vemos tiene dos deficientes, en Lengua y en Geografía e Historia, mientras que destaca –¡con un 6!— en Formación Religiosa y Gimnasia. Una joyita que prometía y cuyo gobierno mantiene lo del 6,5, cuando él seguramente no habría podido ir a la Universidad si hubiera nacido en una familia con menos recursos.
Para completarlo tenemos las notas de Aznar, otro que tal baila, y estas son de Preuniversitario, el año anterior a la Universidad. Pues bien, el gerifalte que nos metió en la guerra de Irak y que hinchó la burbuja inmobiliaria se quedo en una nota media del 6,4, hoy no podría haber pedido una beca.
Pero no se preocupen, los don son de familia ilustre burguesa con medios, adinerada, y para ellos no ha habido problemas. Ellos han podido llegar y lejos, gracias a sus recursos propios. Lástima que lo del 6,5 no hubiera estado instalado, entonces, también para los ricos. De la que nos habríamos librado. ¡Que dos presidentes nos habríamos perdido!
Bueno, pues esos, los que no hubieran podido y se favorecieron de su situación personal, de su cuna, ahora insisten en exigir lo que ellos no pudieron cumplir –llegar al 6,5-- y que, sin embargo, gracias a su monaguillo Wert, si no dan marcha atrás, van a dejar de estudiar.
Salud y República