De las fórmulas que conozco para publicar un disco, nuestro “sello” familiar, Atípicos Utópicos, siempre optó por la más incómoda y arriesgada: asumir todos los gastos y vender el CD poco a poco, con promoción casera. Un montón de trabajo casi heroico.
Así publicamos Por los caminos del viento, Pastor de nubes, la re-edición de París 94, de El Cabrero, y Poesía en resistencia, de Emiliano Domínguez Zapata. Todos grandes discos que, por falta de recursos e indiferencia de los Medios de comunicación, no tuvieron la difusión que merecían.
Con Ni rienda ni jierro encima, sin embargo, teníamos la sensación de que sería diferente: cuando un grande de la música, del género que sea, graba un disco a los 73 años, suscita una mijita de respeto en general y, en los que se dicen profesionales y realmente aman la música, qué menos que curiosidad.
Y acertamos al pensar que éste disco sería diferente: si los otros tuvieron muy poca, pero alguna promoción, Ni rienda ni jierro encima nunca existió, para los medios de comunicación patrios.

Nosotros hicimos lo que pudimos: un gran disco. Lo presentamos en el Auditori de Barcelona abarrotado, invitados por el Festival de cançó Barnasants, en una de las noches más espectaculares que le he visto a El Cabrero, en los últimos años, y enviamos varias notas de prensa a todos los medios. Ni una respuesta.
Claro que muchos de los que trabajan en los Medios ni siquiera saben que El Cabrero es uno de los grandes, otros piensan que lleva tiempo retirado, algunos, hasta se precipitan y hablan de él al pasado. Todo muy lógico: desde mediados de los noventa, Medios de comunicación, en curiosa coincidencia con las Instituciones Culturales, se han empeñado en ignorarlo o ningunearlo y lo lograron: el éxito de sus numerosos conciertos en todos estos años, nunca trascendió poco más allá del público asistente a los mismos.
Siempre que hablo de estos temas me niego a caer en el victimismo: el compromiso conlleva asumir de antemano ser incómodo y aquí siempre se tuvo eso claro. Lo que pretendo es denunciar la manipulación de los medios y de los poderes para desvirtuar la realidad y cebarse en un músico. Y se puede puede pensar que exagero comportamientos y alcance:

Si le haces un favor a una compañera que empieza, te pide entrar de telonera, a cargo de su manager, en un concierto tuyo importante y, al día siguiente, todas las cadenas de TV cierran los informativos con ella, que no estaba ni contratada, y a ti sólo te nombran, de pasada, pese a haber formado el taco y a ser quien convocó al respetable. Eso es manipular y ningunear o boicotear
Si en La Noche Blanca de Córdoba, Canal Sur TV le hace entrevistas a todas las figuras de esa noche, en los diferentes recintos, y a ti también, y las emiten todas menos la tuya es, obviamente, “porque no encajas en la programación”.
Si Peter Gabriel te invita a su gira USA, y aceptas que Informe Semanal te haga un reportaje al regreso. Lo tienen todo listo para grabar desde tu llegada al aeropuerto de Sevilla y, horas antes de salir hacia aquí con todo el equipo, te llama el realizador, muy, muy enfadado, diciendo que alguien, ajeno al programa – y se supone que “con mando en plaza” – lo echó abajo con un “El Cabrero, no”. Algo, para él, nunca visto en ese programa. Eso es un veto con tos sus avíos.
Y todo esto porque, hace un momento, uno de los productores que trabajan con El Cabrero me pidió el dossier de prensa de Ni rienda ni jierro encima para enviar a los programadores, y no tengo un sólo artículo que reseñar. Ni uno. No sé si es más risible que vergonzoso, pero sí sé que enviarle a un promotor un dossier de prensa sin reseñas es como invitarlo a beber de un vaso vacío.
Presentamos, Ni rienda ni jierro encima, el 19 de mayo en la Casa de Cultura de Burlada (Navarra)
El disco se vende, en exclusiva, en la tienda online de Atípicos Utópicos