Revista Diario

Ni superman ni superwoman

Por 1maternidad_diferente

Ya estoy completamente habituada a la típica cara de horror que pone la gente cuando le dices que vas a utilizar pañales de tela. Es una cara que, en un simple gesto, parece decir:

  • Ya viene esta que quiere que volvamos al pleistoceno.
  • Hasta qué niveles de locura puede llegar el frikiecologismo.
  • Ese tipo de sacrificio no es para mi.

Y es que la mayoría de la gente oye hablar de pañales de tela y se imagina cuadros costumbristas del siglo XIX de lavanderas en la ribera del río (como si utilizar pañales de tela supusiera renunciar a avances de la ciencia de la talla de la lavadora) y fotos de niños de los años 40 con sus gasas y sus pantalones de plástico.

Claro, ante este panorama, que menos que mirarte con cara de horror, pena y asombro pensando que eres una loca que se mete en esos berenjenales porque no tiene otra cosa que hacer que emplear el tiempo poniendo gasas y frotando y aclarando trapos durante todo el día.

Bueno, pues me gustaría aprovechar la ocasión para contar que yo soy una apasionada de mi lavadora. Que no froto las manchas ni en mi ropa si puedo evitarlo, cuanto menos frotar un pañal apestoso. Que prefiero pasar mi tiempo libre jugando y disfrutando con mis hijos que lavando pañales. Que no tengo ninguna afición escatológica y soy de las que piensan que las cacas donde mejor están es en el váter esperando a que tire de la cadena...

Además soy una madre profesional, emprendedora, que compagina la crianza de sus hijos con el pluriempleo (mi trabajo y mi tienda online) y con el tiempo que va arañando de vez en cuando para escribir un post que otro en el blog... Vamos, que no es que ande sobrada precisamente de tiempo para meterme en camisas de once varas.

Y, sin embargo, uso pañales de tela. Para mi usar pañales de tela supone:

  • Quitarle el pañal a mi peque.
  • Ponerle uno limpio de la pañalera.
  • Echar el pañal al cubo esperando a la colada de pañales.
  • Coger la red de dentro del cubo y meterla en la lavadora.
  • Poner un programa de aclarado previo (ya veis, prefiero delegar el aclarado en la verdadera experta, la lavadora).
  • Poner un programa de lavado a 30 o 40ºC con aclarado extra.
  • Tender.
  • Recoger, doblar y guardar los pañales en la pañalera.
  • Y volver a empezar.

No tiene mucho más trabajo que cuando decidimos usar ropa de tela para nuestros hijos en lugar de ropa de usar y tirar. Y a nadie se le ocurre llamarla ropa ecológica o ropa lavable.

En cuanto al tema de las cacas, que siempre anda rondando en muchas cabezas, en primer lugar recordar que también la ropa interior de los niños y los adultos termina muchas veces manchada de orina, heces, menstruación, etc... Y no por eso renunciamos a llevar cómodas braguitas o calzoncillos o tangas o lo que sea de cálido y agradable algodón.

Pues eso, al lío. Tema cacas:

    Se pueden usar unos forros desechables. Son finitos, como papel de arroz, biodegradables y se pueden desechar en el váter ya que son solubles al agua. Los pasos son los siguientes:

oSe saca el forro de la caja.

oSe pone sobre el pañal.

oSe pone el pañal en el culo del niño.

§Si tiene forro tiene pis se puede lavar (aguantan dos o tres lavados).

§Si el forro tiene caca, se coge, se cierra sobre sí mismo, se echa al váter y se tira de la cadena

oEl pañal sucio va al cubo de los pañales.

    Se puede prescindir de los forros desechables. Entonces lo que hacemos cuando hay "premio" en el pañal es:

oLo sujetamos de tal modo que quede en su mayor parte en la taza del váter.

oUsamos ese otro gran invento de la humanidad, que es la ducha, para ir despegando con el chorro de agua los restos de las deposiciones sólidas.

oEchamos el pañal al cubo.

En conclusión, y a lo que iba con el título de mi post, que no hay que ser ni un superman ni una superwoman para decidir usar pañales de tela. Que simplemente basta con cambiar un poquito la mentalidad, darles una oportunidad y probarlos, perder el miedo y descubrir que se trata de algo fácil y sencillo que solo necesita de unos pequeños gestos diarios para quedar completamente incorporado en la rutina familiar.

Vamos, que yo me considero una persona muy normalita, bastante ocupada, sin ánimo de mártir ni de sacrificada por la causa; y los pañales de tela se han adaptado perfectamente a nuestra vida.


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