Cuando en noviembre de 2007 escribí un post que suscitó diversidad de opiniones (ver los comentarios), imaginaba que tarde o temprano iba a escribir éste de hoy. No me gusta nada tener motivo para escribirlo, pero llegó el momento, desafortunadamente.
El cáncer de Luz Casal no estaba superado. Y ahí está de nuevo, extendido a otra parte de su cuerpo. No ha servido de nada esa actitud de “es una experiencia que me ha merecido la pena”, “es sólo un pequeño problema” o “mira por dónde, nunca me había visto calva”. Todas sus declaraciones en ese momento, todo ese despliegue de paz, armonía y actitud positiva, no han servido para nada. Si en su momento sus palabras eran verdad, esa chica me causa sólo pena, y nada más que pena, ni admiración ni envidia, porque por no querer asumir la realidad se ha debido dar el batacazo de su vida, mayor aún que la primera vez. Eso y de “yo me curo de esto por mis ovarios y porque yo lo valgo” quedará fantástico para sus fans, pero es una estupidez. Si entonces sus palabras eran sólo una pose, o una estrategia comercial destinada a exprimir hasta los últimas gotas de su carrera (no olvidemos que sus entrevistas sobre el cáncer no aparecieron en los periódicos cuando le descubrieron la enfermedad, sino meses después, cuando presentó un disco, ¡qué casualidad!), entonces me parece una actitud despreciable, porque ella sabía que mentía, pero no muchas otras personas enfermas de lo mismo, que al leer sus palabras podían creer que eran menos valientes que ella.
Curarse de un cáncer no depende de tener una actitud “positiva”. Depende de que tengas dinero, del momento en el que te lo detecten, de que tengas la buena suerte de dar con el médico más adecuado, de que tu cuerpo responda bien al tratamiento y, en esta bendita España de las autonomías, hasta de la provincia donde vivas, porque se da el caso de que los tratamientos de última generación, aparecidos en los últimos cuatro años, están a disposición de los pacientes dependiendo de la región que te haya tocado en suerte. En Andalucía, por ejemplo, no.
Ahora ya no vuelve a repetir las chorradas que antes soltó con tanta frivolidad. Antes de que se le cayera el pelo pensaba que iba a ser divertido, por ejemplo. Ahora sólo dice que está serena. Esa sí es una actitud que comprendo.
Y parece que el resto del artisteo no escarmienta. Rocío Jurado, Rocío Dúrcal, Serrat, Lolita… Todos hicieron declaraciones en el mismo sentido y, aunque no lo dijeran así, lo que se lee entre líneas es que eso de morirse no va con ellos, porque sí, por sus santos órganos reproductores. Y los periodistas no colaboran tampoco. Hace sólo unos días que se ha casado Lolita y ni uno sólo de los que ha escrito sobre el acontecimiento ha omitido la frase de que “Lolita ha superado un cáncer de útero”. Pues no es verdad. A Lolita la acaban de operar de un cáncer de útero. Si lo supera o no ya se verá dentro de años. Cuatro o doce, no se sabe.