Revista Cultura y Ocio
En la negra tiniebla se destacacomo un brazo extendido hacia el vacíopara imponer silencio a sus rumores,un peñasco sombrío...
¡Todo es silencio en torno! Hasta las nubes van pasando calladas,como tropas de espectros que dispersanlas ráfagas heladas.
¡Todo es silencio en torno!Pero hay algo en el peñasco mismo,que se mueve y palpita cual si fuerael corazón enfermo del abismo.
Es un nido de cóndores, colgado de su cuello gigante,que el viento de las cumbres balanceacomo un pendón flotante.
Es un nido de cóndores andinosen cuyo negro senoparece que fermentan las borrascasy que dormita el trueno.
Aquella negra masa se estremece con inquietud extraña:es que sueña con algo que lo agitael viejo morador de la montaña.
No sueña con el valle ni la sierra,de encantadoras galas;ni menos con la espuma del torrenteque humedeció sus alas...
No sueña con la nube voladoraque pasó en la mañanaarrastrando en los campos del espaciosu túnica de grana...
Es algo más querido lo que causasu agitación extraña:Un recuerdo que bulle en la cabezadel viejo morador de la montaña.
En la tarde anterior cuando volvía vencedor inclemente,trayendo los despojos palpitantesen la garra potente;bajaban dos viajeros presurososla rápida ladera;un niño y un anciano de alta tallay larga cabellera.Hablaban en voz alta, y el ancianocon acento vibrante,"_Vendrá- exclamaba_el héroe predilectode esta cumbre gigante"
El cóndor al oírlo, batió el vuelo;lanzó ronco graznido,y fue a posar el ala fatigadasobre el desierto nido...
Enjambres de recuerdos punzadorespasaban en tropel por su memoria,recuerdos de otros tiempos de esplendores,de otros tiempos de glorias...Una mañana, inolvidable díaya iba a soltar el vuelo soberanopara surcar la inmensidad sombríay descender al llano...cuando sintió un rumor nunca escuchadoen las hondas gargantas de occidente:
...choque de armas y cánticos de guerraresonaron después.Relincho agudolanzó el corcel de la argentina tierra,desde el peñasco mudo y vibraron los bélicos clarines,del Ande gigantesco en los confines.Crecida muchedumbre se agolpabacual las ondas del mar en sus linderos;infantes y jinetes avanzaban,desnudos los aceros,y, atónita al sentirlos, la montañabajó la frente y desgarró su entraña.
¿Dónde van? ¿Dónde van? Dios los empuja, amor de Patria y libertad los guía:¡Donde más fuerte la tormenta ruja,donde la onda bravíamás ruda azote el piélago profundo,van a morir o libertar el mundo!
Pensativo, a su frente cual si fuera en muda discusión con su destino,iba el héroe inmortal que en la riberadel gran río argentino,al león hispano asió de la melenay lo arrastró por la sangrienta arena.El cóndor lo miró, voló del Andea la cresta más alta, repitiendocon estridente grito:"¡Este es el grande!"Y San Martín oyendo,cual si fuera el presagio de la historia,dijo a su vez:"¡Mirad! Esta es mi gloria!"...
¡Desde entonces, jinete del vacío,cabalgando en nublados y huracanes,en la cumbre, en el páramo sombrío,tras hielos y volcanes,fue siguiendo los vívidos fulgoresde la bandera azulde sus amores!...
¡Siempre tras ella, siempre! Hasta que un díala luz de un nuevo sol alumbró al mundo;el sol de la libertad que aparecíatras nublado profundo,¡Y envuelto en su magnífica vislumbretornó soberbio a la nativa cumbre!¡Cuántos recuerdos despertó el viajero,en el calvo señor de la montaña!Por eso se agitaba entre su nidocon inquietud extraña;y, al beso de la luz del sol naciente,volvió otra vez a sacudir las alasy a perderse en las nubes del oriente! ¿Adónde va? ¿Qué vértigo lo lleva?¿Qué engañosa ilusión nubla sus ojos?
Va a esperar del Atlántico en la orilla,los sagrados despojosde aquel gran vencedor de vencedores,a cuyo solo nombre se postrabantiranos y opresores
Va a posarse en la cresta de una roca,batida por las ondas y los vientos,¡Allá donde se queja la riberacon amargo lamentoporque sintió pasar planta extranjeray no sintió tronar el escarmiento!¡Y allá estará! Cuando la nave asomeportadora del héroe y de la gloria.Cuando el mar patagón alce a su pasolos himnos de victoria,volverá a saludarlo, como un díaen la cumbre del Ande,para decir al mundo: ¡Este es el grande!
Hermoso poema épico de Olegario Víctor Andrade (Mayo 1877) Un homenaje al General San Martín. El viejo cóndor recuerda el paso del general y su ejército por los Andes, lo que tiempo después motiva al ave a remontar el vuelo para esperar los restos del héroe de vuelta a su patria. Debido a su longitud he tenido que suprimir, muy a mi pesar, algunos versos. El poema puede leerse completo en la siguiente dirección: http://www.blogger.com/post-edit.g?blogID=114689704297470143&postID=5902534023201645544
Olegario Víctor Andrade (1839-1882)
publicado el 05 marzo a las 19:00
Este maravilloso poema, merecer ser publicado siempre en su totalidad. AL poner solamente fragmentos, se pierde parte de la historia y el acercamiento del viejo condor, a su amigo , y la emoción que despierta el recibimiento que el señor de los Andes brinda a los restos de amigo muerto en Francia