Ciencia ficción de la diferencia
Entiendo lo que queréis decir. Pero no, lo siento, no somos iguales.
36 fue una de las primeras obras que la editorial Cerbero mostró al mundo. No hay que ser un lince para observar que esta editorial tiene un interés profundo en una serie de características para sus publicaciones: obras breves, de ciencia ficción, escritas por españoles; por otro lado, sus temas muestran una concienciación con diversos asuntos, tales como la mujer o la ecología. Os hemos hablado ya en Libros Prohibidos de algunas otras novelas del catálogo de la editorial, como (Lola Robles), (Cristina Jurado), (Juan González Mesa) o Los príncipes de madera (Daniel Pérez Navarro). Hoy os doy la bienvenida al mundo de las inteligencias artificiales.
Buenos días. Supongo que ya conoceréis a las IAs; a fin de cuentas, son terriblemente habituales en nuestra sociedad y se construyen de forma sistemática en la unidad de creación. Pese a esto, todo proceso puede conllevar imprevistos, tales como una capacidad para relacionarse con los humanos muy superior a la esperada en una IA. Así nace Treinta y seis, que desde el principio sorprende a los científicos por sus curiosamente amplias capacidades a nivel emocional, pero también por su aproximación a los humanos en cuanto a forma de expresión, deducción e incluso retórica. Y como habéis podido adivinar, esta de la que os hablo hoy es su historia.
Nadie se pregunta nunca si el nacimiento de una nueva vida, en sí mismo, es un acontecimiento digno de ser celebrado. Damos por hecho que sí, que este nuevo ser está mejor "siendo" que estando ausente del mundo. Suponemos, en definitiva, que la vida es un don y que quien la recibe debe sentir agradecimiento por ello. Es un dogma incuestionable, un axioma sobre el que se sustenta toda nuestra existencia. Porque sin él, hasta la existencia misma podría no tener sentido.
La IA como extranjera observadora
A partir de una primera anécdota muy simpática y que aporta mucho color a la obra (el surgimiento de las primeras IAs y la comprensión de estas como algo a estudiar y a comprender) arranca 36, y se desarrolla una trama sencilla que deja lugar sobre todo para la reflexión y el debate por parte de la autora. La historia aquí es lo de menos, carece de importancia. Treinta y seis es un personaje que la autora utiliza para explorar la sociedad que retrata (que es la nuestra) y también para hablar de algunos temas que resultan muy interesantes: sobre todo, la construcción de la identidad y la diferencia, pero también la socialización y la reflexión en torno al propio ser. Así, nuestra IA se convierte en el sujeto perfecto para hacer las veces del extranjero que no comprende del todo las costumbres y formas de un lugar y que las examina de una forma imparcial; pero del mismo modo, es estupenda para asimilarlas y desecharlas por lo limitadas, obteniendo una perspectiva más honda y más compleja de la sociedad.
Pese a que no hay en 36 un interés profundo por la forma en cuanto a la narración, sí resulta loable cómo Delgado escribe los diálogos. Hay un juego muy inteligente y un estilo muy elegante pero divertido en el modo en que se desarrollan las conversaciones de Treinta y seis y el mundo. Primero con la doctora Casal y luego con su amigo y conocidos, la autora explota su inexperiencia y su corrección extremas para crear a un personaje fantástico y para que su relación con el mundo sea a la vez ingeniosa y socarrona, pero adorable. Es Treinta y seis quien lleva todo el peso de la trama y quien va a desarrollar toda la reflexión que trae consigo la novela, y no solo cumple esta misión, sino que la realiza con creces.
Meticulosa observación de la actualidad
Ya desde el principio es inevitable sentir un singular interés por todo aquello que nos presenta Delgado en su historia, pero cuando la trama arranca del todo, cuando Treinta y seis está más o menos formada como individuo (os recuerdo que se trata de una novela de, en mi edición, menos de cien páginas), surgen los temas más relevantes y los que más emotivos y reflexivos resultan. Me refiero a toda la cuestión de la diferencia y de la percepción del ser tanto a partir de uno como desde el resto, y de cómo la socialización que llevamos a cabo como individuos no hace más que limitarnos y convertirnos en menos de lo que realmente podemos ser. La novela se articula en torno a esta temática y a la formulación de diversas tesis en forma de los procesos mentales de la IA, y dejadme deciros que ofrece una perspectiva maravillosa. Treinta y seis es un recurso excelente para hablar de unos temas que el lector enseguida observa como existentes en la sociedad actual. De este modo, 36 pertenece al tipo de ciencia ficción que más me interesa, el que utiliza el género para hablar de temas profundamente humanos, y lo hace a la perfección. Todo lo que en la novela encontramos son comentarios y anécdotas que bien podemos entender como un reflejo de la sociedad o del mundo actuales.
Quiero que el mundo me perciba como una mujer y para eso hace falta que vean hechos. Los hechos, para los humanos, son verdades incuestionables; aunque lo que de verdad es incuestionable es su interpretación de los hechos.
Poco queda por comentar. A fin de cuentas, 36 es una novela muy breve a la que es mejor enfrentarse sin tener demasiados detalles de la copla. Me apetecía deciros que el final es tan magnífico como el resto de la novela, una forma estupenda de cerrar la trama, pero también de darle una nueva y mayor carga emotiva a toda la historia. Más allá de que tiene mucho sentido que el arco argumental se termine en ese punto, el hecho es que es una gran idea para que nada termine del todo, para que todo se revista de una esperanza, de una luz distinta, de un modo de ver las cosas muy diferente al presentado durante la novela por gran parte de los personajes. Seguro que no me estáis entendiendo muy bien. Solo hay una solución para esto: leed la novela. Estoy muy segura de que la disfrutaréis.
Buenas noches.