Esta mañana, a las 7:30, ha fallecido Nieves Meléndez, una muy buena amiga, antigua compañera de trabajo en Salvat y persona de muy notables cualidades y excelente profesional de la edición. Ha sido —es, en la memoria que no cesa— una persona sensible, valiente, generosa. Junto con mi abrazo a Pepe, su marido, quiero rendirle mi homenaje con este poema que, hace ya unos años, ella convirtió en un
texto hermoso por la delicadeza y maestría con que lo caligrafió. Desde entonces ocupa un rincón muy especial en mi casa. Gracias, amiga, buen viaje. No te olvidaremos.Ruinas circulares
(Para mi amiga Nieves Meléndez,
in memoriam,
con infinito agradecimiento)
¿Qué permanece incólume
después de haber viciado
la raíz del enigma?
Ojos. En las paredes.
Entre los reunidos.
Por las ensalivadas
mejillas de las máscaras.
Ojos sobre los huesos
del esqueleto que mina la ciudad.
Y cien lágrimas,
traídas una una
por el Superviviente.
Es todo cuanto queda del Diluvio
para pasar el resto de la noche.
(De El sol de medianoche, 1988)