Imágenes del cuarto día de huelga y manifestaciones en Nigeria. Foto: Save Nigeria Group
Sin intención de ser tremendista, lo cierto es que Nigeria es una de las tres grandes potencias africanas y su influencia es enorme en los países de su entorno. Con una población de 152 millones de personas, -es el país con más habitantes de toda África-, y una producción diaria de 2,4 millones de barriles de petróleo, Nigeria se ha convertido desde hace ya unos años en la gran locomotora del oeste africano. Miembro de la OPEP desde 1971 y con unas inmensas reservas petrolíferas, de su crecimiento y estabilidad depende también la de pequeños estados que, en cierta manera, orbitan en torno a ella, tales como Benín, Togo, Níger o Camerún.
Cartel burlesco hacia el presidente del Gobierno, Goodluck Jonathan (al que muchos llaman Badluck).
Su nombre se ha convertido en acrónimo de: "elegido con la única función de dañar a los nigerianos",
más o menos). Foto: Save Nigeria Group
La respuesta de la ciudadanía no se hizo esperar y este mismo lunes comenzó una huelga general –hasta el momento indefinida- acompañada de movilizaciones y protestas en todas las grandes ciudades del país y en las redes sociales. (muy bien explicado por Samuel en su blog: Quilombo y por Laura Gallego en GuinGuinBali.
Y así hasta hoy, día en el que los sindicatos han amenazado con paralizar la producción de crudo y el Gobierno ha accedido, por fin, a sentarse a dialogar con ellos. El problema es que ninguna de las partes parece querer dar su mano a torcer. El presidente escuda su decisión en que el dinero ahorrado en los subsidios irán a parar en la creación de infraestructuras que, a la larga, serán beneficiosas para el país. El problema es que esto no se lo cree nadie en Nigeria dado el historial de corruptelas y desvío de fondos de éste y los anteriores gobiernos. Un dato lo dice todo: 50 años siendo uno de los principales exportadores de petróleo del mundo y la mitad de la población viviendo por debajo del umbral de pobreza.
Por otra parte, dicen algunos economistas que el subsidio de la gasolina es ‘ineficiente’ para el país (algunos coches, por ejemplo, funcionaban con gasolina en lugar de con el diésel que les correspondía sólo porque aquella era más barata, y además, el bajo precio desincentiva la inversión para la creación de refinerías en el país, que apenas hay: o sea, que exportan el crudo y luego tienen que importar el refinado). Y puede que tengan razón, pero resulta que es el único beneficio que han visto los nigerianos de todo ese oro negro que mana debajo de sus pies. Además, es de locos duplicar el precio de algo tan básico como la gasolina de un día para otro. Y por si fuera poco, es que en el tema del petróleo, llueve sobre mojado.
La historia de Nigeria, como todas, es complicada, repleta de enfrentamientos, golpes militares, problemas religiosos… Nada nuevo, la verdad, que en España sabemos de eso. Pero sí tiene una particularidad: y es que todo o casi todo parece ir asociado de un modo u otro al petróleo. O a la lucha por él.
Colonizada por los ingleses, que quisieron crear allí un país grande y poderoso, Nigeria agrupa a tres regiones bastante bien diferenciadas y diferentes etnias. Los británicos la fueron construyendo desde el siglo XIX a través de diversos protectorados, consulados, federaciones y demás y la concedieron la independencia en 1960, sin sangre ni guerra de liberación, todo muy educado, como son ellos.
Imágenes de la Celebración de Independencia de NIgeria, 1960.
Fotos: Nigeria's 50th Anniversary
Biafra se encuentra justo en la zona del Delta del Níger, tristemente famoso por los vertidos y accidentes que una y otra vez ha producido la petrolera Shell en la zona.
La guerra termina con la rendición de Biafra tras un bloqueo absoluto que provocó la muerte de unos dos millones de personas y una Federación Nigeriana muy fortalecida. Es entonces cuando el país se comienza a posicionar como uno de los primeros exportadores y productores de crudo. En 1971 entra a formar parte de la OPEP y crea la Compañía Nacional de Petróleo. Desde entonces, tal y como explica la periodista gallera Aloia Álvarez Féans en el libro “Nigeria, brechas de un petroestado”, editado por Casa África y Catarata, “el Gobierno federal controla todo el crudo nigeriano a través de la compañía estatal -Nigerian National Petroleum Corporation (NNPC)-, gracias a la participación en forma de joint ventures con las compañías que operan en el país y dominan el sector. A saber: Shell (angloholandesa), Chevron Texaco y ExxonMobil (estadounidenses), Agip (italiana) y Total (francesa). Entre las cinco poseen el 98% de las reservas y activos que se encuentran en Nigeria. Alrededor de unas 50 firmas, más pequeñas, completan el círculo”.
Poco más que decir. Así se entiende lo de Ken Saro Wiwa , algunos informes de la ONU y muchas otras cosas más.
Y esto no ha cambiado ni con los gobiernos militares, ni con el primer presidente elegido democráticamente, Olusegun Obasanjo, ni con el segundo, Umary Yar’ Adua, ni parece tampoco que con el tercero: Jonathan Goodluck, a pesar de que proviene él mismo de la región del Delta. No es de extrañar, pues, que la que puede ser la mayor crisis de la joven democracia del país esté, precisamente también, relacionada con el petróleo.